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Andrés Martínez Vega

Relatos sobre vitela

Andrés Martínez Vega

Recuperando el olvido

A pesar de ocupar páginas elogiosas en la historia de las localidades de Villaescusa de Haro (Cuenca) y Campo de Criptana (Ciudad Real), así como en sus respectivos callejeros por la labor ejercida en ambas villas, el piloñés José Antonio de Mestas Estébanez aún aparece en su tierra natal como un personaje desconocido y, consecuentemente, condenado al olvido.

Había nacido en la villa de Infiesto en el año 1756, en el seno de una familia noble de cuya casa sólo se conserva el escudo familiar de alabastro, localizado actualmente en la localidad de Luanco. Sus padres, José Antonio Mestas Villar y Teresa Estébanez, procuran su formación en el prestigioso colegio benedictino de Santa María de Obona (Tineo), en el que cursa dos años de Filosofía para, posteriormente, trasladarse a la Universidad de Oviedo, donde cursa tres años de Leyes y otros tres de Sagrados Cánones. En la universidad ovetense se graduó de bachiller en Leyes a la edad de 18 años y se incorpora como abogado a la Audiencia de Oviedo, a los Reales Consejos y al colegio de abogados de la referida audiencia.

Tras esta formación y experiencia profesional, se traslada a la villa de Infiesto, donde abre su despacho de abogado en 1781. En esta su villa natal fue nombrado juez noble del concejo. El mismo ayuntamiento, en virtud de sus méritos, le elige también como procurador general noble y montero mayor de la jurisdicción de dicho concejo.

En el año 1785, la abadesa de San Pelayo le nombra alcalde mayor y juez de los cotos de Llames, de Abedul y Nava. Tras el desempeño de estos cargos, y con el ánimo de servir a la Corona, toma posesión de la vara de alcalde mayor y capitán de guerra de la villa de Villaescusa, donde desarrolla una labor extraordinaria, al igual que la llevada a cabo con posterioridad en Campo de Criptana donde desarrolla igual función.

Concluidas estas misiones se retira a la villa de Infiesto, hasta que en la noche del 28 de enero de 1810, y como consecuencia de la entrada en la villa de una división enemiga de franceses a las órdenes del general Bonet, tiene que abandonar su casa y trasladarse precipitadamente a la aldea de San Vicente, al ser su casa de Infiesto totalmente destruida por las tropas francesas.

Desde esta aldea de San Vicente proporcionaba socorro a los soldados que el teniente coronel José Quiñones, al frente del regimiento de Cangas de Onís, mantenía en el sitio de Pandoles, pero pronto fue descubierto por las tropas invasoras, que le cercaron en su casa y, de nuevo, le obligan a huir con su familia refugiándose en la cueva de Collaréu (Espinaréu). En el mes de diciembre de 1811, con motivo del ataque que dieron los franceses en el fuerte del Orrín a las tropas que mandaba el brigadier Juan Díaz Porlier, fue apresado por algunos soldados, que le golpearon, robaron y maltrataron inhumanamente.

Aún así, y por sus sentimientos patrióticos, aceptó el encargo que se le confirió de segundo comandante general de la alarma de todos los pueblos del concejo de Piloña e hizo varias salidas contra los enemigos en cumplimiento de su deber. Además, contribuyó con su formación de jurista aceptando el cargo de asesor del gobierno militar de la provincia e, igualmente, el de comisionado por la Junta General del Principado para el seguimiento de las causas que se habían formado a algunos infidentes

José Antonio de Mestas Estébanez forma parte del grupo de piloñeses ilustres que honraron a su pequeña patria con su buen hacer y el prestigio de su obra allende nuestras fronteras, donde es reconocido como asturiano ilustre.

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