La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Andrés Martínez Vega

Relatos sobre vitela

Andrés Martínez Vega

Del Memorial "María Luisa"

Sobre la mujer que da nombre a esta cita, para que no se olvide quién era la deportista apasionada de la montaña, jovial, extrovertida, discreta y siempre a la búsqueda de cumbres y alturas mayores

Aún se encuentran expuestas por numerosas calles y plazas de la villa de Infiesto las muestras fotográficas del certamen del ya reconocido y prestigioso Memorial "María Luisa", que este año celebró su XXXII Edición.

Ya son, ciertamente, muchos los años de esta cita de Piloña con el mundo, tantos como para consolidarse desde el año 1990, fecha de su primera edición, como uno de los certámenes de fotografía de montaña, naturaleza y aventura más importantes del mundo. El Memorial "María Luisa" ya es un acontecimiento que trasciende los límites del concejo piloñés en donde nace para difundirse a través de fronteras y océanos por los lejanos mundos de los diversos continentes. Es un evento de carácter internacional, que llega a esta categoría gracias al original proyecto y entusiasmo de un grupo de jóvenes de Piloña, al igual que en su día lo hicieron otros piloñeses con el conocido Descenso del Sella.

Al cabo de tantos años el prestigio del certamen se incrementa, si bien el nombre de María Luisa se va difuminando en un incierto panorama que parece aludir solo al mundo de la imagen, de la obra fotográfica. No era esta la intención, sin embargo, de quienes idearon el concurso, de quienes lo formalizaron, lo pusieron en marcha y permanecen al frente actualmente de su organización. Muy al contrario, los hermanos Román y Javier Benito, principales promotores e impulsores, junto con algún otro amigo de la villa de Infiesto, pretendían perpetuar la memoria de su amiga María Luisa, que en un fatídico accidente ocurrido el 18 de noviembre de 1990 en el Peñón de Les Travieses, pasaba a disfrutar de otros espacios, revestida con una dimensión de eternidad.

Desde estas alturas María Luisa alcanzó, ciertamente, esos ámbitos en los que tanto creía, al ser una mujer de profundas convicciones religiosas. Había nacido hacía 42 años en Infiesto (La Cobaya) en el seno de una reconocida y arraigada familia piloñesa; montañera por vocación había forjado su espíritu deportista y de amor a la naturaleza en el prestigioso grupo de Vízcares, el viejo e histórico grupo de montaña en el que estuvieron multitud de generaciones de piloñeses.

Extrovertida, diligente, divertida, jovial, alegre y discreta, era una apasionada del deporte de montaña, algo que singularizaba su personalidad en aquellos años finales del pasado siglo. Para ella el espacio de montaña se convertía en ámbito sagrado; cumbres, desfiladeros, senderos, majadas y camperas era atravesadas por nuestra querida y nunca olvidada María Luisa en búsqueda de alturas mayores, de cumbres, esas zonas a las que aspiraba, y tal vez sin saberlo, en búsqueda de eternidad.

Y es que en todas las viejas culturas la montaña y sus cumbres son consideradas los espacios más cercanos al paraíso de los dioses, al inmenso cielo en donde se descansa. Son, en efecto, el símbolo que marca la proximidad con el mundo espiritual o divino, pues dominan el mundo de los hombres y se elevan hasta el cielo. Como símbolo cósmico, la montaña es la meta final de la ascensión humana y representa, a la vez, el centro y el eje de mundo.

Bajo estos postulados, conocidos y bien asimilados por su exquisita espiritualidad, María Luisa emprendió el viaje mas largo desde aquellas alturas del vecino concejo de Caso. Su nombre queda, no obstante, inmortalizado en el homenaje anual de los amigos, al identificarlo expresamente con este Memorial. Esta es la respuesta a quienes preguntan quién es María Luisa.

Compartir el artículo

stats