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Toni Silva

Adiós a Monchín Villar

Hace unos días nos sobresaltó la noticia del fallecimiento de Ramón Villar Rubio, "Monchín", a los 62 años, víctima de una devastadora enfermedad. "Monchín", una de las personas más carismáticas y queridas de esta villa, era un entusiasta de Ribadesella, de sus cosas y, sobre todo, de su puerto y su marinería. Sin duda fue esta vocación marinera la que le marcó el rumbo para ser piloto de la marina mercante, profesión a la que entregó su vida y le hizo alejarse de la villa, pero cuando alguna escala se lo permitía se acercaba a ella para respirar los efluvios intensos de la bajamar o para vibrar con el tambor de la Danza de Arcos, a la que él mismo perteneció de mozo.

Le llamábamos "Monchín" para distinguirlo de su padre, Monchu Villar, que fue otro gran adelantado del riosellanismo militante. El padre falleció en 2009 y era nieto de Ramón Fernández Ruisánchez, el alcalde republicano que consiguió el mercado de abastos. Era también sobrino nieto de Manuel Fernández Juncos (el pedagogo riosellano que encabezó la resistencia del idioma español frente al inglés en Puerto Rico) y era hermano de Chus Villar, campeón del Sella en 1947 y 1948. Monchu, portero de fútbol y piragüista, tuvo gran actividad cultural en la tertulia literaria El Portiellu, en la revista Somos, en la biblioteca municipal, en la asociación del Camino de Santiago y en la plataforma ciudadana por el museo de Tito Bustillo, codo a codo con quien esto escribe.

Semejante pedigrí familiar se reflejaba en "Monchín", que en su juventud colaboró en la revista Nordeste con artículos sobre el mar, el puerto y la pesca local. Empezó en mayo de 1982 con un documentado estudio marítimo-pesquero por el que supimos que en la villa había ocho lanchas de más de 10 T.R.B. (incluso una de 56 y otra de 38), que el 83 por ciento se dedicaba al palangre (frente a la denostada volanta) y que daba empleo a 60 personas, con una media de 37,3 años, muy lejos de la depauperada situación de hoy, 40 años después. En artículos posteriores "Monchín" pondría el foco sobre la situación del puerto, sus instalaciones y sus carencias, defendiendo siempre a la cofradía y a los marineros. Era una defensa de pleno compromiso, pues mientras era estudiante salió muchas veces enrolado en los pesqueros para hacer jornadas completas de trabajo con la marinería, aprendiendo los fundamentos del mar y de la vida a bordo. Y en los días de juerga –como en las fiestas de Guía, la patrona del gremio– era uno más en la cuadrilla de los marineros jóvenes, sin duda el más bullanguero y el más apreciado por todos. Y no es retórica.

Pero también desde sus primeras líneas en Nordeste puso sobre el tapete la cuestión de las entradas y atraques de veleros y yates en ruta por el Cantábrico, y la necesidad de dotarles de instalaciones portuarias y lugares adecuados para que no estorbaran ni fueran estorbados por las maniobras de los pesqueros. Sin duda "Monchín" Villar fue el gran adelantado de la reivindicación de un puerto deportivo para Ribadesella, que aún tardó 20 años en llegar a hacerse realidad. El futuro piloto colaboró con entusiasmo en la fundación de FOTURI (Fomento del Turismo de Ribadesella), creada a principios de 1985 para dar respuesta a las necesidades que planteaba la actividad turística y no solamente en el ámbito hostelero, en los alojamientos o en el comercio, sino también en la navegación deportiva, que ya estaba generando una demanda a la que no se estaba dando respuesta. El clarividente "Monchín" asumió este papel dentro de FOTURI y elaboró un documento, con la colaboración de la cofradía, en el que detallaba los atraques deportivos que se venían realizando y se proponían mejoras en las instalaciones (aguada, recogida de basuras, escaleras) e incluso una zona para hacer un puerto deportivo. En octubre de 1985 ya se publicaba que la solicitud de un puerto deportivo en el Muellín había sido entregada por FOTURI al consejero de Obra Públicas, Pedro Piñera, y que había sido apadrinada por el diputado Álvaro Cuesta, asiduo visitante de la villa. No cayó en saco roto y desde el Principado se encargó un estudio a la cátedra de Ingeniería Náutica de la Universidad de Santander. El 12 de julio de 1987 La NUEVA ESPAÑA publicaba un ambicioso proyecto del Principado para un puerto deportivo, con un relleno de 61.000 metros cuadrados en la ría y en la Punta del Arenal, una inversión de 441 millones de pesetas que nunca se realizó. Tampoco se llevó a cabo el proyecto de Sergio Marqués, que en mayo de 1999 llegó a poner la primera piedra, y no fue hasta julio de 2001 cuando empezaron por fin las obras. Al lado de los pantalanes algunos quisiéramos ver una placa que dijera algo así: "A Monchín Villar, el padre de la idea de este puerto deportivo"

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