Fue un 2 de mayo de 1983, hace la friolera de casi cuatro décadas, cuando la Vuelta apostó por un final de etapa que acabó por coronarse como uno de los iconos del ciclismo internacional: los míticos Lagos de Covadonga, situados en la vertiente canguesa del año parque nacional de la Montaña de Covadonga –actual Picos de Europa-. Un evento deportivo, en el que se volcó el Ayuntamiento de Cangas de Onís, junto con parte del comercio y la hostelería, que supuso “descubrir” al gran público, gracias a las imágenes de TVE, la singular belleza de estos parajes del Paraíso Natural. Y todo, por supuesto, merced a la “serpiente multicolor” que acabó poniendo en el mapa internacional a Cangas, Covadonga, Enol y La Ercina. 

 Mucho ha llovido desde entonces; mucho ha crecido la comarca del suroriente asturiano desde que La Vuelta apostase por ese final de etapa en Los Lagos; mucho ha supuesto para Asturias la publicidad despachada a lo largo de esos casi 40 años que feliz nexo de unión entre ciclismo y turismo. Por todo ello, cerca de conmemorarse esos ocho lustros, de justicia sería que la vieja capital del Reino de Asturias volviera a ser salida de etapa de la ronda española, algo que no acontece desde el 5 de septiembre del año 2007, en aquella ocasión rumbo a Reinosa (Cantabria). Eso sí, la antigua Cánicas fue en veinte ocasiones, entre 1974 y el citado 2007, salida de etapa de La Vuelta y en otras cuatro oportunidades también fue final de etapa (1974, 1976, 1978 y 2003). 

 A finales de la década de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado, pese a la campaña de concienciación, el todopoderoso ICONA insistía por activa y por pasiva en negar autorización para celebrar finales de etapa en Los Lagos de Covadonga, trámite que era indispensable para los organizadores de La Vuelta. Cangas de Onís hubo de echarse a la calle para defender sus intereses, incluso se registró una huelga general en todo el concejo. Todo eran zancadillas y problemas, pese a la valentía de un alcalde como Toño Vega Díaz, quien, desgraciadamente, falleció cuando luchaba porque Lagos y Cangas estuviesen en el recorrido de la ronda española. Era David contra Goliat. 

Las cosas empezaron a tomar nuevos visos a partir de 1990, gracias a la presión ejercida por la totalidad de profesionales de prensa, radio y televisión que cubrían la Vuelta Ciclista a España en aquel año. Pararon, en el transcurso de la decimosegunda etapa (Oviedo-Santander), en El Portazgo, para hacer entrega de un manifiesto a la alcaldesa María del Pilar Díaz Junco. “Asturias, España, nuestro ciclismo y el ciclismo internacional no deben verse privados de tal acontecimiento, cuya influencia en el balance de la carrera ha sido, años tras año, ciertamente importante”, exponían los periodistas y enviados especiales de La Vuelta. 

 Afortunadamente, el manifiesto hizo mella y marcó un antes y un después en el final de etapa de la Vuelta Ciclista a España, pues, en 1991, volvió a recuperarse el final de etapa en Los Lagos con victoria de un tal “Lucho” Herrera, uno de los grandes mitos de los “escarabajos” colombianos, uno de los mejores escaladores del ciclismo mundial. Aconteció el 13 de mayo, y al día siguiente se disputó la etapa entre Cangas de Onís y el Alto del Naranco (Oviedo). Las cosas volvían a su cauce y el concejo cangués iniciaría su despeje turístico. Lo demás ya es historia reciente, plagada de éxitos y grandes.

Dentro de unos meses, en 2023, se cumplirán cuatro décadas del idilio entre La Vuelta y Los Lagos. Hace falta saber si el Gobierno del Principado de Asturias, junto con el Consistorio cangués y con el beneplácito de UNIPUBLIC SA –entidad organizadora de la prueba-, apuestan por incluir, nuevamente, en el itinerario el final de etapa en el coloso asturiano y, como añadido, premiar a la ciudad de Cangas de Onís como salida de la siguiente etapa. Aún más, en memoria y recuerdo de Toño Vega Díaz, uno de los grandes alcaldes que ha tenido el concejo cangués a lo largo de su historia.