Con sabor a guindas

Tan buena memoria como mejor olvido

En recuerdo de una frase de Unamuno

Emilio Serrano Quesada

Emilio Serrano Quesada

Se refería el escritor a esa falta de palabra que, desde tiempo, está en el sentir de las relaciones humanas, tanto políticas como privadas: nos decía, en mucha ocasiones "tenemos tan buena memoria como mejor olvido", diría yo, razón suficiente para ser práctica de nuestro diario vivir. Dentro de este pensar, es lógico que existan percepciones que saben puntualmente corresponder.

Digo esto porque hoy con nuestras prisas a cuestas, cada uno va a lo suyo sin pensar mucho en los demás. Sabido es que desde siempre muchas personas se olvidan de sus promesas y con más intensidad desde que nos visitó el confinamiento y, en ese silencio, al igual que los actores principiantes, hacen mutis por el foro, saliendo del escenario sin pronunciar palabra alguna.

Sinceramente esta postura no es muy entendible, pero existen esas personas que la practican y se sienten así más cómodas, sin una relación que, a su entender, no les es necesaria en su vida. Cierto que existen otras que mantienen firme su relación y el intercambio de amistad y afecto está siempre presente.

Sin embargo, y esta es mi duda, sin conocer sus motivos está apareciendo un tercer grupo que se disgrega de ese buen hacer y pone en práctica la moda de un nuevo olvido.

Así las cosas, avanzamos en el tiempo y la falta de relaciones le va quitando llama al fuego de la palabra. Es ejemplo la que era habitual correspondencia, tanto particular como empresarial, que va desapareciendo derrotada por la comodidad de lo digital y el conocido whatsapp, aunque también dentro de estas nuevas normas, quizás en el intento de su abusivo empleo, va cayendo lentamente en el mismo olvido.

Les confieso que me da tristeza escribir estas líneas y me gustaría analizar los motivos y el porqué de esta forma de olvidarse de los demás con esa facilidad de romper la tradición y costumbre de una buena educación. Tenemos un ejemplo en las felicitaciones de Navidad, escasamente contestadas, bajo el decir que eso ya no se lleva.

Vuelven a mi memoria los recuerdos de un pasado y ver con cierto disgusto cómo se va perdiendo ese saber corresponder que acaba siendo un cóctel de muy diversos componentes. Allí donde pereza, creencias, raras manías, y cierta falta de respeto se abrazan a esa olvidada fe donde dejar de cumplir es un paso fácil y cómodo.

Uno piensa, quizás por mi avanzada edad, que empieza a oxidarse esa balanza donde se pesan los sentimientos de la vida y se está perdiendo ese equilibrio que, en justicia, debía de ofrecernos un diálogo abierto, sincero, prudente y necesario para el mejor de los entendimientos.

Siempre he tenido muy en cuenta lo importante que es la unión entre las personas, soy de los que piensan que trabajamos en equipo o nos hundimos en solitario. Pensemos, pues, en compartirlo con urgencia para que esa siembra nos dé la cosecha deseada en bien de todos. Seamos defensores de las palabras, vigilemos su control, como lo hacen los medios de comunicación y a sabiendas de que todo sistema es necesario y podamos disfrutar de lo más moderno en ese ejercicio diario en que nos movemos, les ruego que, por favor, no nos olvidemos nunca de la palabra escrita, esa fórmula que ya de niños compartíamos con las primeras letras de la escuela.

Le recomiendo que deje un momento sus prisas y recuerde el pasado practicando la palabra, escuchar y ser escuchado, será su mejor destino.

Confianza tengo que iremos mejorando su defensa para hacer de la promesa realidad y seguir el buen consejo del amigo Unamuno de cumplir con la buena memoria dejando a un lado el mejor olvido. Que así sea.

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