Chus NEIRA / Marta PÉREZ

No hizo falta ningún prodigio. Sábado, San Mateo y la promesa de un gran fiestón electrónico sirvieron para poblar San Lázaro con más de 6.000 almas necesitadas de ritmos ácidos, de caña. Y en eso los británicos «The Prodigy» son especialistas. Tras la sesión «vermú» del DJ asturiano G-Khan, a eso de las once y cuarto, las luces se apagaron y Maxim Reality, el maestro de ceremonias de «Prodigy», saltó al escenario dispuesto a poner a vivir al personal. «Fucking spanish people», gritó.

El cerebro, Iam Howlett, aporreaba la unidad central de teclados y Keith Flint completaba la puesta en escena corriendo en intensas carreras por el escenario. The Rev y Fairbrain (guitarra y batería) cerraban el reparto que en lo musical iba de la electrónica al punk industrial y que se puede resumir como espectáculo de masas posmoderno. O de otra forma, tralla y caña. Eso fue con lo que San Lázaro satisfizo ayer al personal con una intensa e infatigable velada.

Entre el público asistente, como la electrónica no entiende de tribus al haberse convertido en uno de los grandes fenómenos populares de la música contemporánea, abultaban todo tipo de personajes. Predominaba la chavalería con ganas de fiesta, aunque también los talluditos dispuestos a macarrear toda la noche. Y eran muchos los fans.

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