Rafael FRANCÉS

La inauguración del edificio sirvió también para la puesta de largo en Asturias de un conjunto de esculturas de bronce realizadas por Venancio Blanco, quizá el más afamado escultor de obra religiosa de España, que jalonan el perímetro del nuevo inmueble de Mapfre en Monte Cerrao.

El motivo del conjunto escultural, expuesto de forma permanente en la capilla que tiene en el Monte del Pilar de El Plantío (Madrid), tiene que ver «con la idea de Cristo desde la Anunciación hasta la Piedad, en la que recogiendo la muerte se nos anuncia la vida eterna», explicó a este periódico el propio autor, Venancio Blanco, presente ayer en la inauguración del edificio de Mapfre.

Blanco describe en la muestra la figura de Jesús con los grandes hitos de su vida desde antes de su nacimiento, en concreto desde el momento en que el arcángel San Gabriel anuncia a la Virgen María que va a ser madre del Hijo de Dios, hasta el momento de la resurrección, cuando aparece un Cristo «que muestra amor y ofrece la vida eterna a los hombres».

El encargo

«La muestra nació cuando tuve que hacer un Cristo para una cofradía. Ellos pretendían que fuera yacente, aunque me pareció que debía ser un Cristo que vuelve a la vida. Esto derivó en el encargo de Mapfre, hicimos un proyecto y colocamos allí la colección», aseguró el autor.

La muestra está compuesta de 16 piezas de bronce -aunque la colección expuesta en la capilla madrileña es más amplia- que rodean el edificio de Mapfre. El escultor ha hecho tres juegos de piezas, uno completo, que está instalado en la capilla de El Plantío de forma permanente, y otros dos que componen la exposición itinerante. «Cuando nació el proyecto se pensó en mover la exposición por las distintas sedes de la empresa, por eso realicé tres versiones de las esculturas», afirmó Blanco.

Otras figuras

El autor indicó además que dentro de la muestra también han tenido cabida otras figuras relevantes en la vida del catolicismo, como la Virgen con el Niño; la Piedad; el propio Cristo que vuelve de la resurrección, «aunque esté hecho en madera y no en bronce»; varias piezas sobre música religiosa, con alegorías de Mozart y Haendel, «porque no se puede entender la religión católica sin la música»; la última cena, «en la que el plato de Judas aparece roto para explicar que ya todos conocen que es el traidor», y representaciones de los cuatro pilares de la Iglesia, que, según el autor, son Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Francisco de Asís y San Sebastián. Cierran las muestra las figuras de dos ángeles custodios.

Ayer en el edificio de Mapfre, unas 300 personas pudieron admirar la calidad artística de un escultor octogenario que ha desperdigado su obra por toda la geografía nacional e internacional.