L. S. NAVEROS

«La historia nos dice que el nuevo Hospital Central que se construye en La Cadellada, en el 2050, tendrá relevo, será sustituido. Así ha ocurrido antes, y espero estar para verlo». El profesor de Derecho Civil de la Universidad de Oviedo Juan Méjica repasó ayer en el Club Prensa Asturiana, de LA NUEVA ESPAÑA, invitado por la Balesquida, el largo trayecto que va desde los primeros lazaretos y malaterías que se levantaron en Oviedo para atender a los leprosos hasta el nacimiento de la «beneficencia filantrópica», con la Ilustración, y finalmente su evolución hasta la sanidad pública, consolidada en los años sesenta del pasado siglo.

Méjica, en una ágil charla que fue presentada por el directivo de la Balesquida Javier Gómez, entremezcló el repaso de las primeras instituciones sanitarias de la capital del Principado con alusiones a la actualidad más reciente. «La pugna entre el PP y el PSOE por el traslado del Hospital Central a La Cadellada no es nueva. La tradición hospitalaria es en realidad una larga pugna entre poderes», señaló el conferenciante. En el siglo XI, y hasta el XVIII, fue «la mitra», el poder eclesiástico, el que dirigió el destino de las instituciones sanitarias, ligadas a la beneficencia y las obras pías, con fondos procedentes de donaciones, y cuyo nacimiento está relacionado con la importancia de Oviedo en el Camino de Santiago. «Oviedo acredita una tradición hospitalaria de mil años, y el HUCA es heredero de esa tradición», afirmó. Dos fueron los primeros hospitales para leprosos documentados en la capital: el de Fervielles, y el de Paniceres. En el siglo XIII, eran treinta las leproserías de la ciudad, «cuya función era, sobre todo, aislar a los contagiosos». Junto a ellas, nacen los hospitales albergue para atender a los peregrinos, como el Hospital de San Juan, donde está hoy la sede del Colegio de Abogados. En 1586, apuntó Méjica, se crea el Hospital de Santiago, y en el siglo XVI, el de los Remedios, en La Vega, para atender a sifilíticos.

A partir de la Ilustración, y con la Desamortización, el poder civil -los municipios y la Diputación Provincial- se hace con las instituciones sanitarias, que en el siglo XX pasan a consolidarse como sanidad pública.