Marta PÉREZ

La calle Melquíades Álvarez amaneció ayer con varios pares de zapatillas de deporte pintadas con spray colgadas sobre un cable del tendido. Hasta aquí, el único hecho cierto y probado. Porque nadie, salvo quien colgó los deportivos ahí arriba, sabe muy bien por qué y, sobre todo, para qué. Los vecinos y comerciantes de la zona sólo aciertan a decir que la calle amaneció ayer con semejante invento. Nadie ha visto hada.

Hay varias teorías sobre la mesa. La que más triunfa tiene que ver con adolescentes y series de ficción para adolescentes. Parece ser que en «Física o Química», la tan criticada -por asociaciones educativas- como vista -logró en su debut una audiencia superior a los tres millones y medio de espectadores- serie de Antena 3, emitió una escena en uno de sus capítulos donde aparecían zapatillas de deporte, también pintadas, colgadas de un cable en el patio del colegio. Dos alumnas querían denunciar la explotación infantil, porque muchas deportivas de firma se fabrican en el sudeste asiático, en factorías donde trabajan niños. Los viandantes más jóvenes tenían ayer muy claro que las zapatillas de Melquíades Álvarez son una réplica de lo de «Física o Química», y aseguraban, además, que la misma fórmula de protesta se está repitiendo en pueblos y ciudades por todo el país.

De momento, no hay para tanto, pero si es cierto que las calles de Colmenarejo (Madrid), aparecen día sí y día también con calzado deportivo colgado del tendido eléctrico por los cordones. También ha habido casos en Zaragoza, Barcelona, y Madrid ciudad. Antes, y también después del citado capítulo de «Física o Química».

Nueva York

Sin embargo, el origen de la acción de colgar zapatillas de los cables hay que buscarlo en Nueva York, aunque de ahí parece que se extendió, sobre todo, por los países latinos. La leyenda urbana dice que es una forma de marcar el lugar donde ha habido un ajuste de cuentas entre bandas, la señal de un punto de venta de droga, o, aún peor, la marca del lugar donde ha muerto un joven a manos de la Policía.

Será por leyendas urbanas. Otra de ellas apunta que todo esto es obra de un creador incomprendido que viaja por el mundo colgando zapatillas de deporte de los cables de la luz. Y este artista ya tiene identidad. Es argentino y se llama Juan Domingo Santamarina. Concede entrevistas y asegura que en Roma colgó zapatillas negras a todo lo largo de la Via Veneto, como forma de homenaje a las víctimas del fascismo. También fue, al parecer, un homenaje a la película «La Dolce Vita». En Londres hizo algo similar.

Lo de la calle Melquíades Álvarez de momento, lo único que ha provocado es que la gente mire hacia arriba y debata el porqué de la cuestión.