Oviedo, I. RONZÓN

El calvario de Isaura Pascual comenzó sólo 21 días después de pasar por el altar. Según sus hermanos, personados en la causa como acusación particular, la mujer fue agredida por primera vez por su marido a las tres semanas de casarse. Las vejaciones, afirmó la abogada de la familia, María Jesús Martín González, eran «diarias». El «cariño» y «mi vida» se convirtieron rápidamente en «puta» y «zorra», explicó la letrada.

El 20 de abril de 2005, la mujer pidió una orden de alejamiento de José Carlos Augusto. Inmediatamente después fue a una casa de acogida, donde permaneció sólo durante veinticuatro horas. Al día siguiente de su ingreso, la abandonó voluntariamente y regresó al lado de su esposo. Pero la situación no cesó. Según la letrada, en el mes de junio de ese mismo año, el hombre intentó arrojarla por unas escaleras.

El 20 de diciembre de 2005, Isaura Pascual interpuso una denuncia en el Cuerpo Nacional de Policía de Mieres. Siete días más tarde fue admitida nuevamente en la casa de acogida, dependiente de los Servicios Sociales del Principado. Ingresó por el procedimiento de urgencia. No obstante, volvió a marcharse a petición propia el 5 de enero de 2006. Finalmente, el 19 de ese mismo mes ingresó en la casa de acogida de Oviedo. Dos meses después, el 14 de marzo por la mañana, fue la última vez que las responsables del centro mantuvieron contacto con ella.

Isaura Pascual, nacida en Chaves (Portugal), había salido por la mañana de la casa de acogida para acompañar al colegio a su hija, que residía con ella en el centro de protección oficial. A pesar de su separación, y de que la pareja se encontraba en trámites de divorcio, José Carlos Augusto e Isaura Pascual se seguían viendo. Ambos tenían dos hijos en común, uno de ellos gravemente enfermo, ingresado en el hospital. El pequeño falleció en septiembre de 2006, a los tres años de edad, seis meses después de la muerte de su madre y cuando su padre estaba ya ingresado en la prisión de Villabona.

El crimen se produjo alrededor de las tres menos cuarto de la tarde y sólo quince minutos después, José Carlos Augusto Braga se entregó en la Jefatura Superior de Policía en Oviedo, donde aseguró que había golpeado a su mujer y que no sabía «cómo podía encontrarse».

Inmediatamente, agentes del Cuerpo Nacional de Policía, dos patrullas de la Guardia Civil -a la que se avisó, ya que el lugar donde se produjeron los hechos pertenece a su demarcación- y el propio agresor acudieron a la cantera. Allí se encontraba el cadáver de Isaura Pascual, tendido en el suelo.