L. S. NAVEROS

L. S. N.

La dirección de Industrias Doy, en Trubia, cifra en cerca de 4 millones de euros las inversiones en los últimos años para introducir medidas correctoras y reducir el nivel de contaminación acústica y atmosférica en su entorno. Así lo asegura el gerente de la empresa, Bruno Pedregal, después de haberse hecho público que la Unión Europea ha abierto un expediente informativo sobre las emisiones de la industria, que produce carbón de coque. «No tenemos ninguna notificación de la Unión Europea, sólo lo que ha salido en el periódico; pero la empresa ha hecho en los últimos años un gran esfuerzo inversor para mejorar los controles de contaminación», aseguró Pedregal, durante una visita a las instalaciones de la fábrica trubieca, a la que asistió el concejal de Urbanismo, Alberto Mortera, así como el alcalde de barrio de Trubia, Víctor Alonso. Pedregal enumeró algunas de las actuaciones emprendidas por la empresa desde finales de los años noventa, entre ellas el almacenamiento de las hullas en lugares techados y con paredes, para reducir las emisiones de polvo a la atmósfera, así como la instalación, en 1998, de un filtro para captar las emisiones de los tres molinos de carbón que utiliza la empresa.

También se cerró con paneles acústicos, apunta Pedregal, la zona de la fábrica que da a las cercanías del cementerio de Trubia, que, según informes municipales, registraba antes de la colocación de estos paneles un alto nivel de contaminación por ruidos. Otra medida adoptada por la empresa y destacada por su gerente fue la sustitución del antiguo sistema de cribado del carbón de coque, que se hacía por vibración, lo que ocasionaba mucho ruido, y que ahora se hace mediante un sistema de criba de barras que produce menos ruido. «También hemos instalado un carro de carga de última generación que sella las bocas de carga. La inversión se acerca, desde el año 2004, a los cuatro millones de euros», sostiene Pedregal, que asegura que entre los planes de la dirección de Industrias Doy está continuar invirtiendo para hacer compatible la actividad de la fábrica con las viviendas cercanas. «Ya se ha instalado un sistema de riego por aspersores para reducir el polvo en la atmósfera, pero vamos a ampliar los aspersores a toda la fábrica, y a automatizar su funcionamiento, para que rebajen el polvo en el ambiente cuando más se necesite», asegura el gerente, que destaca otra iniciativa adoptada en 2004 que, según asegura, ha mejorado el nivel de emisiones. «Hemos eliminado el refinado de alquitranes, uno de los productos secundarios que se obtienen en el proceso de coquización. Estos alquitranes y las breas, al refinar, producían emisiones que ahora ya se ha suprimido completamente, pues ya no tratamos el alquitrán que producimos, lo refina uno de nuestros clientes».

La empresa asegura que en la actualidad se está cumpliendo el nivel de emisiones de ruido «en todo el perímetro de la fábrica, menos en un punto, que vamos a estudiar con detalle y a resolver».

El concejal de Urbanismo, Alberto Mortera, señala que se trata del patio de una casa vecina, en el que las mediciones de ruido arrojan cifras superiores a las permitidas. «Vamos a estudiar con todo rigor cuál es el problema en ese punto y a atajarlo. Queremos que los técnicos municipales hagan mediciones y localizar cuál es el origen de ese ruido; si procediera de un motor, insonorizarlo. Haremos con rigor las mediciones de ruido y buscaremos las medidas para que se solucione el problema», aseguró el concejal de Urbanismo.

Mortera destacó, tras la visita: «Es evidente que se han hecho inversiones en esta industria, muy propia de la tradición industrial asturiana y que está radicada en Trubia desde los años cuarenta. Vamos a ser exigentes en cuanto al cumplimiento de la normativa europea, en cuanto a las emisiones de partículas y volátiles, y con el problema puntual de ruido que aún persiste. Colaboraremos en todo con la Comunidad Autónoma, que es la que tiene las competencias, pero deseamos que se mantenga una actividad que lleva décadas en Trubia y que, aunque se trata de industria pesada, no tiene por qué no poder convivir con una zona residencial, en vista de la disposición que parece tener la empresa para mantener las inversiones en mejoras».

Bruno Pedregal resumió también la postura de la dirección de la empresa: «Estamos esperando que el Principado nos comunique las medidas correctoras que debemos implantar para obtener la autorización ambiental integrada. Ha habido aquí muchos rumores, pero lo cierto es que hay unos socios que han invertido y apostado por la continuidad de la empresa, y ese esfuerzo inversor se ha hecho para mejorar las condiciones ambientales».

A principios de esta década, Industrias Doy entró en suspensión de pagos y paralizó su actividad por un tiempo. Después, la empresa reabrió sus puertas, con Hicasa como principal accionista, junto a otros tres socios minoritarios. En la actualidad, según fuentes de la empresa, sesenta personas trabajan en la factoría, que se dedica a la obtención de carbón de coque, unas 115.000 toneladas anuales que se venden en España (Madrid, Cataluña, País Vasco y Navarra) y en países de la UE como Francia, Portugal, Inglaterra y Alemania. La hulla coquizable -carbón de cierta calidad que ha sufrido un proceso de lavado especial que en Asturias ya no se hace- se trae de Norfolk (Virginia, Estados Unidos) y llega por el Musel. El coque se obtiene sometiendo el material a temperaturas de unos 1.000 grados durante 24 o 30 horas, en las cuatro baterías con 117 hornos que tiene la empresa, y que se alimentan con el gas que el propio carbón produce. El coque, piedras de carbón de distintos calibres que se utilizan en fundición, se clasifica según su tamaño, y se saca de Trubia en camiones entoldados. El 20 por ciento sale de España por el puerto de Avilés y el resto de la producción llega a su destino en camión.