Llanera, D. O.

Remedios Rodríguez Priede, que ayer recibió el premio de «Paisana del año» de la feria de la Ascensión, nació hace la friolera de 103 años en la localidad de Virio, en el concejo de Parres, desde donde sus cuatro hermanos varones emigraron a México. Ella se quedó con sus tres hermanas. Nunca se casó porque, como ella misma reconoce, «no tuvo espacio». No tuvo hijos, pero «criaba uno y después otro» sobrinos y sobrinos nietos. Ayer su sobrina bisnieta, Esmeralda Rodríguez, la acompañó en el acto junto a otros miembros de la familia y agradeció el reconocimiento en nombre de Remedios, que con el de ayer ha recibido ya cuatro homenajes en los últimos tiempos. La «Paisana del año» siempre tuvo vacas de leche «porque daban ganancia ya que vendíamos la leche y además aseguraban el consumo familiar», pero «ahora acabose todo porque ya no puedo trabajar», explicó la mujer a través de la organización.

Ramón de Villar, como todo el mundo de Piniella, en el concejo de Illas, conoce a Ramón García, «Paisano del año», que aún conserva siete vacas de leche aunque asegura que ya no trabaja. También reveló que tiene ocas y que de salud se encuentra «medio regular». Por eso se lamenta de que «de disfrutar, poco queda». El próximo 8 de junio cumplirá 100 años de vida, un siglo en el que «las cosas han cambiado mucho». Ramón de Villar ve que ahora el trabajo en el campo es más fácil debido a los avances en la maquinaria.

Las nuevas generaciones de ganaderos también tuvieron ayer su reconocimiento en la feria de la Ascensión. Rubén Alonso Losas, de 19 años y vecino de Viodo (Gozón), recibió el premio al joven ganadero. Alonso optó por continuar con la profesión familiar pese a que su padre prefería que estudiase y se dedicase a otra cosa; pero como él mismo reconoce, «era muy vago para estudiar». El joven ganadero entiende que «hay que pensar en la ganadería como un negocio y organizarla como una empresa», algo que a su entender no es nada fácil para los jóvenes de hoy en día ya que si se quieren dedicar a la ganadería y no tienen una explotación familiar, «lo tienen muy difícil porque los inicios requieren una inversión económica muy importante».

En total, un siglo de historia del campo asturiano.