D. O.

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La plaza del Ayuntamiento era escenario de algaradas. Escosura accede a la Casa Consistorial custodiado por la guardia, pero en un momento dado Ramón Llano Ponte grita «ya está bien» y se lanza contra las puertas del edificio al grito de «dejad paso al pueblo». Mientras, en el balcón del Ayuntamiento se inicia la lectura del terrible bando de Murat, pero a los pocos segundos «el pueblo» y la guardia sublevada se enfrentan a los que aún son leales a Napoleón. Llano Ponte desenvaina por segunda vez su espada y amenaza: «va a correr la sangre si no me entrega esos papeles».

El pueblo directamente insulta: «franchutes, gabachos, cobardes...». Escosura se ve obligado a entregar el bando de Llano Ponte, que lo levanta cual trofeo antes de entregárselo a María Andallón, que en el mismo balcón sigue la escena junto a Joaquina Bobela. Las mujeres son las protagonistas. Andallón toma el bando y desde abajo sus compañeros le piden que lo rompa, así lo hace. Los papeles caen empapados sobre el suelo de la plaza.

La tropa forma de nuevo a las puertas del Ayuntamiento. Salvas de honor en esta ocasión hacia el pueblo sublevado. «Y también por el público que, con la que está cayendo, también tiene su mérito», dice el comandante.

Suenan de nuevo los disparos de los arcabuces. Suena la música de la Banda de Gaitas municipal y actores y público se disuelven entre el agua que sigue arreciando. La historia se ha repetido pero en esta ocasión todo ha sido mentira.

El filósofo y profesor emérito de la Universidad de Oviedo tomó las palabras de José Suárez Arias-Cahero, concejal de Cultura, que aseguró que la sublevación del 9 de mayo de 1808 en Oviedo «abrió el proceso por el que se dio paso del Antiguo Régimen a la etapa de la libertad» que fraguaría con la Constitución de 1812, y las subrayó hasta asegurar que los acontecimientos de aquel día supusieron «la verdadera refundación de España desde Asturias».

Antes de la recreación histórica de los hechos, el filósofo hizo -«un repujado», en sus propias palabras- de un motín que tiene significado histórico «por sus consecuentes y no por sus antecedentes» y parafraseó a Hegel: «la verdad está en los resultados».

Y los hechos importantes en la historia son los del 9 de mayo en Oviedo, no los de Gijón -cuatro días antes- o los de Llanes «porque la importancia política está en Oviedo, donde están los centros de poder de la nación, porque es la capital», aseguró.

Esa Junta soberana se reúne en la sala capitular de la Catedral el día 25. Bueno reveló que «no es la propia Junta del Principado sino una Junta golpista». En opinión del filósofo, «en el acto de la catedral de Oviedo está la verdadera revolución que transforma el Antiguo Régimen», ya que en ese momento se declara la guerra a Napoleón, «algo que no había ocurrido el 2 de mayo en Madrid ni otros días en otras ciudades españolas», insistió. Con estos argumentos, Bueno afirmó que «la rebelión ovetense fue muy superior al 2 de mayo de Madrid, que no fue más que un capítulo».

José Suárez Arias-Cachero enmarcó los actos de ayer en las conmemoraciones de Oviedo Doce Siglos. El primer capítulo fue la recreación histórica de la francesada, el levantamiento de los ovetenses contra el poder napoleónico. El siguiente acto se celebrará el próximo día 25 en la sala capitular de la Catedral, recreando así la reunión de la Junta soberana que declaró la guerra a Francia.

El mismo día 25, «o en fecha cercana», según el concejal, se inaugurará la exposición «Oviedo Doce Siglos», que se prolongará durante los tres meses de verano y que ocupará la sala de exposiciones del Café Español y la plaza de Trascorrales. Todo ello organizado por el Ayuntamiento y la Fundación Gustavo Bueno.