Pablo GONZÁLEZ

Gerardo Correas (Madrid, 10-8-1953) es uno de los grandes expertos en protocolo que participan en las primeras jornadas sobre «La nueva forma de organizar eventos», que ayer se inauguraron en el Auditorio. Residente en Oviedo desde hace casi tres décadas, ha organizado eventos como el Eurobasket 2007, además de escribir cientos de artículos, libros y ofrecer medio millar de conferencias a lo largo de todo el mundo.

-¿Qué puede aportar a las empresas un buen protocolo?

-El protocolo es un elemento potenciador de las cuentas de resultados de las empresas. Si una bodega realizada un evento lo hace para vender más vino. El protocolo debe estar dirigido a esta venta; de lo contrario, por bien que salga, no tiene sentido la organización del acto.

-¿Todo tiene su protocolo?

-Cualquier acto lo tiene, incluso si se organiza una cena informal para cinco amigos. Hay que saber si a los invitados les gusta una determinada marca de ginebra o whisky, o determinado tipo de comida. Se hace lo mismo que en una visita de Estado o en un acto de empresa. Lo único que cambia es la ceremonia y la etiqueta.

-¿Está la informalidad reñida con el protocolo?

-Para nada, todo lo contrario. Si un acto requiere informalidad, es obligado que haya informalidad. Todo forma parte de la etiqueta.

-¿Saltarse el protocolo está pasado de moda?

-Para nosotros no existe esto, lo que existe es contar con algo que está previsto y si se hace o no con un objetivo. Por ejemplo, cuando se dice que el Rey se salta el protocolo no es así. Lo que lleva a cabo es una acción que normalmente está prevista para transmitir un mensaje determinado. En este caso concreto, de cercanía.

-¿El protocolo de la Casa Real es un modelo a seguir?

-Es un protocolo muy bueno. Ha sabido a adaptarse a las nuevas tecnologías. La mejor prueba de ello fue la boda del Príncipe de Asturias. La invitación estaba acompañada de una carta en la que se explicaba todo lo que había que hacer. El invitado iba a un punto de encuentro donde introducía su tarjeta en una especie de parquímetro, que le devolvía un croquis en el que se mostraba dónde debía situarse en la Almudena durante la ceremonia.

-¿Qué nivel tienen los profesionales españoles?

-Espléndido. España es pionera en la formación universitaria de protocolo. La Escuela Internacional de Protocolo tiene cerca de dos mil estudiantes repartidos por catorce centros de toda España. Y las empresas están demandando a muchos profesionales, lo que permite que el nivel sea muy elevado. El cien por cien que son titulados y se buscan la vida de verdad está trabajando.

-¿Y a nivel internacional?

-En Estados Unidos, con su particular ceremonial, se están haciendo cosas muy interesantes. Japón y China, con la organización de los Juegos Olímpicos, se están acercando mucho a Occidente. Con la globalización aprendemos mucho unos de otros.

-¿Oviedo?

-Oviedo es la cuna del protocolo. Fue pionera en tener formación profesionalizada en la Universidad. Tiene mucho que ver que aquí se celebren los premios «Príncipe de Asturias».

-¿Qué pasa cuando falla algo?

-Es duro. Un director de protocolo siempre trabaja en el filo de la navaja. Cuando falla algo siempre es un problema de previsión. Se dice que el protocolo es improvisación, pero es falso. Si lo tienes todo controlado y organizado, podrás improvisar mejor. El fallo que no debe producirse es no transmitir el mensaje deseado. En este caso el jefe de protocolo está haciendo mal su trabajo. He visto muchos actos en los que las cosas se han hecho excelentemente mal. Todo se organizó perfectamente, pero la gente se aburrió.

-¿Qué acto le gustaría dirigir?

-Unos Juegos Olímpicos, a ser posible Madrid 2016. Es el evento que todo jefe de protocolo quisiera organizar.

-¿Por dónde pasa el futuro?

-Por una profesionalización absoluta, con nuevos directivos en organigramas de empresas, utilizar la imaginación, aportar sorpresas... En definitiva, crear sensaciones.