El Pentecostés, con el descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, a los cincuenta días de la resurrección de Cristo, constituye el inicio de la actividad de la Iglesia. Esta conmemoración cobra relieve en Oviedo, en la parroquia de los Santos Apóstoles, de Buenavista. Ahí, coincidiendo con la actuación de la polifónica «Bloque al Canto», descendió de nuevo el carisma de la Tercera Persona; ella posibilita la capacidad de comprender (glosolalia) posándose en forma de lengua de fuego sobre cada feligrés. Las composiciones de la coral, interpretadas, y diría que reveladas, en español, asturiano, gallego, vasco, inglés, francés y latín, fueron comprendidas por el auditorio gracias al don citado, Luz mayúscula. Es lo que, salvando las distancias, tienen el Espíritu Santo y la música, entes del sentimiento más que del pensamiento, que fortalecen la comunidad universal.