Marta PÉREZ

El centro social El Cortijo es un oasis en medio del barrio de La Corredoria. Una finca de 10.000 metros cuadrados, con sus jardines, su bolera, su piscina y sus setos centenarios al servicio de los vecinos. En el año 1991, los Rato Figaredo cedieron la finca familiar «El Cortijo» al Ayuntamiento de Oviedo a cambio de un convenio urbanístico. La casa principal de la finca alberga la biblioteca municipal del barrio. Un edificio adyacente, en el mismo recinto, acoge el centro social, con su cafetería, sus salones para múltiples actividades, salas de estudio y lectura, un estudio de radio y otro de fotografía, entre otros equipamientos.

El alcalde de barrio de La Corredoria, Alfonso Pereira, tiene su despacho en El Cortijo. «Todo el barrio está orgulloso de su centro social; esto es una maravilla, no hay otro igual», explica. El bullicio del centro se vive, sobre todo, por las tardes, cuando las peñas y los jubilados del barrio toman la cafetería para jugar la partida de cartas. «Yo llevo viniendo aquí toda la vida», comenta Celestino Álvarez, de 71 años. «Nos fastidiaron un poco con lo de la ley del tabaco, hace dos años, que ya no podemos fumar, pero los asiduos seguimos viniendo», cuenta este vecino de La Corredoria.

Trini Rueda trabaja desde hace 16 años detrás de la barra de la cafetería del centro social. «Éste es uno de los centros más antiguos de Oviedo y uno de los que tiene mayor actividad, es como la casa del pueblo», explica. Rueda vive en La Corredoria desde hace 35 años, «desde que me casé», cuenta. «Esto cambió mucho desde cuando yo llegué a ahora, no es ni su sombra. Pero cambió para mejor», explica. La camarera de la cafetería del centro social El Cortijo da la razón a Celestino Álvarez en el asunto del fumeteo. «Desde que prohibieron fumar es verdad que bajó el ambiente, al menos en la cafetería. Los más fieles siguen viniendo», explica. «Se notó mucho, por ejemplo, con el campeonato de rana, que el año pasado se hizo fuera del centro y era todo un acontecimiento, aunque ahora lo volvieron a recuperar», comenta.

Ovidio Romero es todo un experto en rana. Su peña, El Cortijo, quedó segunda en el campeonato de este año, por detrás de La Santina y por delante de La Turonesa. El viernes pasado, jugaron la última partida. «El centro social es muy acogedor. Reúne muchas condiciones para gente joven, mayor y los críos. Yo vengo desde que se inauguró, y para seguir», explica Romero, que vive en el barrio desde hace 28 años.

Al lado de la cafetería, detrás de unos biombos, los mayores del barrio asisten a una clase de gimnasia. «Esto es muy sano», comenta uno de los alumnos sentado en una silla, mientras mueve las piernas trazando círculos como si pedalease en una bicicleta. El mismo espacio se utiliza para clases de baile, aeróbic o fiestas de las peñas y asociaciones del barrio.

En la segunda planta del edificio principal lee el periódico Agustín Riopedre. «Vengo todas las mañanas a repasar la prensa. ¿El barrio? Bien, pero yo ya soy viejo y no me entero de las cosas. Me parece bien lo que cuenta el periódico estos días de que van a poner Policía de barrio, porque hay mucha delincuencia, eso sí lo veo», explica este vecino de La Corredoria.

Unas risas infantiles, al fondo del pasillo, consiguen distraer la atención de Riopedre. «Son los chiquillos, qué gusto da verlos?», comenta. El alboroto proviene de una de las estancias del centro social. Yolanda Muñoz trabaja desde hace diez años como monitora de un taller de psicomotricidad para niños menores de 3 años, que consiste en mantenerlos entretenidos. A Yolanda Muñoz no le falta trabajo, el taller es todo un éxito del que da buena cuenta la docena de carritos de bebés estacionados a las puertas del centro social.

También, ya en el exterior, el parque infantil del centro social se llena de niños. Elsa Aznar, recién llegada de Cantabria al barrio, cuida a su pequeño en un espacio que califica como «una pasada». Juan Carlos Artime, de Avilés, está a cargo de su nieto, Pablo, de 2 años, uno de los jovencísimos vecinos de La Corredoria. Y María Loza, de Pumarín, es la canguro de la pequeña Sara, de 18 meses, que juega en un columpio.

Lo único que ha perdido un poco de vida en El Cortijo es el palomar. Desde que falleció, recientemente, la persona que alimentaba a las palomas. «Estamos buscando un sustituto», explica Alfonso Pereira, alcalde para las cosas del barrio.

La quinta y última entrega del barrio de La Corredoria, en el marco de la serie «Oviedo Siglo XXI», llega mañana, jueves, con un repaso a las demandas de los vecinos del barrio: tráfico, delincuencia, servicios y otros asuntos que preocupan a los residentes.