Marta PÉREZ

«Llegué a Las Campas con una maleta llena de ilusiones, para empezar la vida, con mi mujer. Es cierto que las comunicaciones no eran buenas, pero desde un principio nos aseguraron que la conexión con el vecino barrio de La Florida, donde están las cosas, sería inminente. Pero nuestra única conexión con La Florida es asomarnos a la ventana y mirar cómo crece el barrio, ahí, a unos metros de nosotros. Mientras, aquí, muertos de abandono, sin comunicaciones, sin comercios y sin nada». Manuel Palacio es vecino de Las Campas desde hace siete años, cuando se instaló en el barrio junto con su mujer y sus dos hijos.

El barrio de Las Campas es un apéndice del barrio de La Florida. Tiene 1.973 habitantes, según refleja el último censo municipal, del 30 de abril. El perfil del residente del barrio coincide con el de Manuel Palacio: un matrimonio joven, con hijos pequeños, que está empezando la vida. Jubilados e inversionistas conforman el resto de los propietarios de viviendas en el barrio. Aunque los inversionistas, de momento, poco han visto revalorizada su adquisición. «Nuestro principal problema es que hacemos la vida en La Florida, porque el 99,9 por ciento de los equipamientos están ahí. Por eso nuestra principal demanda es un enlace con el barrio vecino», explica el presidente de la Asociación de Vecinos de Las Campas, Adolfo Figares. «Muchas personas no pudieron hacer frente a los problemas derivados del aislamiento y se fueron. Hay pisos sin vender», comenta el presidente del colectivo vecinal.

Hablar de Las Campas no se entiende sin referirse al reclamado vial. Los vecinos del barrio de Las Campas del Naranco reivindican el enlace con La Florida como algo «vital», no como «un capricho». Y ni siquiera mencionan los nuevos accesos a San Claudio, una obra de mayor envergadura que también les beneficiaría. «Como no tenemos nada, nos conformamos con cualquier cosa», argumenta Adolfo Figares.

Al barrio se accede desde la primera rotonda en la carretera de Oviedo a San Claudio. Desde ahí, una cuesta asciende a Las Campas del Naranco, una urbanización en plena naturaleza, con amplias avenidas y espacios verdes. «No tiene sentido que hagan una urbanización de este tipo en un sitio tan guapo pero sin comunicaciones», protestan los vecinos. El aislamiento se deja notar, sobre todo, en invierno. Por ejemplo, cuando llueve, la glorieta de acceso se inunda. «Ahora ya no tanto, porque limpiaron un filtro. Pero recuerdo que una mañana, cuando iba a trabajar, me encontré un Mercedes flotando en la carretera», relata Figares. Otro problema añadido son las heladas, el granizo o la nieve, situaciones puntuales que obligan a los vecinos a dejar el coche en Las Campas y a buscarse la vida para llegar a sus trabajos en la ciudad. «En días cerrados de invierno colapsamos los aparcamientos en la zona del Parque del Oeste. Somos muchos y dejamos allí nuestros coches para volver a casa caminando después de trabajar, porque no hay otra manera de acceder», cuenta el presidente de la asociación de vecinos.

El enlace de Las Campas con La Florida se enmarca en el proyecto de urbanización del plan parcial de Las Campas-Paniceres y su ejecución corresponde a los promotores privados del plan, a la junta de compensación. Este desarrollo residencial afecta a 334.100 metros cuadrados de terrenos situados entre La Florida y Las Campas, donde, en total, está prevista la construcción de más de 2.200 viviendas en bloques de seis alturas, y algunas unifamiliares. El Ayuntamiento realizó negociaciones con las empresas con el objetivo de que, al urbanizar, se comenzase precisamente por esta conexión que une el bulevar de La Florida con la calle Santo Adriano, en Las Campas. El proyecto, con un presupuesto superior a los siete millones de euros, presenta dos afecciones de dominio público hidráulico que requieren la autorización de la Confederación Hidrográfica del Norte. Todos los trámites han dilatado en el tiempo, durante más de dos años, la construcción del vial. «Nosotros ya no admitimos ningún plazo del Ayuntamiento ni de nadie. El único plazo que admitimos es que las obras comiencen inmediatamente», explica Adolfo Figares.

Mientras el enlace con La Florida llega -estaba previsto que las obras comenzasen de forma inminente-, en Las Campas la vida sigue. Se está construyendo un centro de salud, con el compromiso de que quizá se amplíe en un futuro. También tienen un colegio, en cuyas inmediaciones los vecinos reclaman la construcción de un instituto de Secundaria y un polideportivo. También tienen zonas de juegos infantiles, para las que reclaman un cierre, «porque cualquier día va a pasar una desgracia», y cuatro bancos para que se sienten los mayores. «No nos quedan ni cuatro bancos. Donde ya había pocos, han robado alguno y no los han repuesto», sostiene Figares. Papeleras, otra línea de autobús o un supermercado son algunas de las demandas que los vecinos incluyen en su larga lista de carencias. En su espera, los vecinos, incansables, continúan con sus asambleas, su página web y la gestación de la peña Javi Villa, el flamante pregonero de las fiestas del barrio. «A ver si con Javi de padrino nos hacen un poco más de caso», bromea Figares.