Marta PÉREZ

Planificar un nuevo barrio en el centro de la ciudad es complicado. No cabe. Acercar los barrios al centro hasta que pasan a integrarlo es más sencillo. A Vallobín le bastó con una losa, la Losa, para ser un barrio de centro. La urbanización de la plataforma construida en medio de la ciudad para soterrar las vías del tren ha acercado tanto a Vallobín -uno de los barrios con más solera de Oviedo- al centro, que ha pasado a formar parte del «cogollín» de la ciudad. No es el único. Ciudad Naranco y la Argañosa andan en las mismas. «Antes decíamos "bajar a Oviedo", ahora estamos en Oviedo», resume Constantino Aranda, de 78 años, vecino del edificio de La Sindical.

El edificio de La Sindical y los bloques de los ferroviarios de la Renfe, de finales de los años cuarenta, son los primeros edificios de Vallobín. Ahí nació el barrio. Antes, el valle de lobos de Oviedo -esto es exactamente lo que significa el topónimo Vallobín- no era más que un conjunto de praderas y cuatro casas, al abrigo del Naranco.

«Ahora es un barrio de primera, tenemos de todo», resume Aranda. El paisano supervisa estos días el avance de las obras del nuevo apeadero de Feve, en la zona del antiguo depósito de máquinas del ferrocarril. La otra losa del barrio, a punto de inaugurarse. «Yo estuve en 1999 en la fiesta de inauguración de la losa de Renfe. Vinieron Víctor Manuel y Vicente Díaz. De aquella, andaba Gabino -por el Alcalde- muy animado», recuerda.

Esta teoría, la del Alcalde hacendoso-animado de los primeros mandatos, es la misma que sustenta el alcalde de barrio de Vallobín, José Ángel González, pero en otros términos. «Yo creo que Gabino de Lorenzo aprovechó el momento. Oviedo tenía su oportunidad, y Gabino la supo ver. Vallobín se benefició de todo este trabajo. De la Losa, de las primeras peatonalizaciones, que se hicieron aquí, en Antonio Maura y Vázquez de Mella. Lo que el Alcalde ha hecho en estos años quedará reflejado en la historia de la ciudad. Ha creado una nueva ciudad moderna, de futuro», explica. González es uno de los nuevos alcaldes de barrio de la ciudad, cargo que ostenta desde hace sólo quince meses. Su antecesor fue destituido después de que el fiscal archivase un presunto pelotazo urbanístico en Loma del Canto que había denunciado ante el Alcalde y que éste puso en manos de la Justicia.

Ser un barrio de centro tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Vallobín está acomodándose a su nueva posición. «Los problemas que tiene ahora Vallobín son los de un barrio del centro de una ciudad», resume el alcalde de barrio. «Los problemas derivados de ser centro son, por ejemplo, los atascos de tráfico, el aparcamiento o el envejecimiento de la población», sostiene. «Por eso ahora estamos inmersos en un proceso de cambio», añade. El precio de la vivienda es uno de los parámetros que se ha visto modificado de un modo más sustancial desde el acercamiento del barrio al centro. «La vivienda está muy cara. Demasiado cara para los jóvenes y es una pena. Porque ellos son un factor importante en ese proceso de cambio, para renovar la población», sostiene José Ángel González. El alcalde regenta un quiosco de prensa en el barrio y asume que la mayor parte de los clientes tienen ya sus años. Con todo, Vallobín suma 12.139 habitantes y es uno de los pocos barrios céntricos que ha aumentado su población en la última década, porque la tendencia es que la ciudad crezca en habitantes por las afueras.

Entre las ventajas de ser centro está eso que llaman estatus. «Que un hotel como el Monumental Naranco se instale en Vallobín, o la clínica de los doctores Vega, no es por casualidad», explica el presidente de la asociación de vecinos de Vallobín, Javier Fernández.

Vallobín aún está asumiendo que es el centro de la ciudad, pero lo que tiene asumido hace ya tiempo es que no puede crecer más como barrio. Sus fronteras están blindadas. La tendencia para los próximos años es que los edificios más antiguos se vayan sustituyendo por otros modernos. El resto, mantenimiento, de los servicios y del entorno. Constantino Aranda, casi octogenario, lo resume a su manera: «Lo que le queda a Vallobín es conservarse lo más digno que se pueda, como yo, que ya son años».