P. G.

La intervención de Gustavo Bueno durante el acto de conmemoración de la proclamación de la Junta Suprema de Asturias un día como ayer de hace doscientos años fue la más aplaudida por los presentes en la sala capitular de la Catedral. El profesor emérito de Filosofía de la Universidad de Oviedo repasó con su ímpetu habitual el trasfondo de aquellos acontecimientos.

Bueno destacó que el paso dado por parte de los miembros de aquella Junta debe considerarse como una sublevación en toda regla contra el poder establecido, además de contra la invasión francesa. «La Junta que llevó a cabo la revolución fue una junta golpista, ya que formaba parte del Antiguo Régimen», explicó. Para abundar: «Fue una junta golpistas de conspiradores que se levantaron contra Napoleón y el poder central, de ahí su mérito y el peligro que corrieron de ser fusilados».

El paso dado por la Junta Suprema asturiana desligó el poder local del central, y, sobre el papel, dejó los destinos de todo el Imperio español, en el que se incluyen los territorios americanos, en manos de los políticos asturianos. «La Junta se convirtió en depositaria de una soberanía independiente del concepto de la Corona. Y esta soberanía no sólo alcanzaba a los territorios de la Península, también lo hacía a las colonias americanas», manifestaba Gustavo Bueno.

Una vez analizado lo que supusieron para Asturias y para Oviedo, y por extensión para todo el país, los hechos del 25 de mayo de 1808, el filósofo se centró en dar un tirón de orejas a las tendencias de la historiografía actual. «Se está produciendo una reconstrucción de la Historia en términos panfilistas», denunciaba Bueno en referencia a los que defienden las consecuencias positivas que habría tenido para España haberse dejado llevar y aceptar la dominación francesa. «Esa duda sobre lo que habría pasado si se hubieran entregado a los franceses es un exponente de la historia ficción», aseveraba el pensador y profesor emérito de la Universidad de Oviedo.

Gustavo Bueno insistió en que la Ilustración francesa «no fue la verdadera luz que iba a guiar nuestros pasos». Y es que Bueno se explayó para explicar a su auditorio que las supuestas bonanzas que traían consigo las tropas napoleónicas no eran tantas. «Los conceptos de Ilustración y sacralización de los franceses siempre fueron enemigos de España», sentenció el filósofo.