Pablo GONZÁLEZ

Si cualquier hecho tiene la fuerza suficiente para cambiar y moldear la conciencia de todo un pueblo, ¿qué no habrá supuesto ser el último reducto de la cristiandad, convertirse en un centro cultural de referencia gracias a la Universidad o perderlo casi todo tras una revolución obrera y una guerra civil? Esto es parte de lo que la exposición «Oviedo XII siglos» trata de explicar, desde ayer y hasta el próximo 27 de agosto (de 10 a 14 y de 17 a 21 horas, sábados y domingos inclusive), de una forma esquemática y pedagógica a sus visitantes por el precio de un euro.

«Nuestro objetivo era hacer llegar a todos los públicos una historia tan densa como la de Oviedo», explicaba durante la apertura de la muestra Monserrat Abad, miembro de la Fundación Gustavo Bueno, organizadora del evento en colaboración con el Ayuntamiento de Oviedo. Su alcalde, Gabino de Lorenzo, y el catedrático emérito de filosofía Gustavo Bueno fueron los primeros en descubrir de primera mano las explicaciones que se ofrecen en los paneles repartidos entre la sala de exposiciones del Café Español (calle Cimadevilla) y la antigua plaza del Pescado (Trascorrales).

La riqueza y complejidad de la historia ovetense y la intención de convertir la exposición en uno de los atractivos de este verano para el turismo llevaron a la organización a no perderse en grandes alardes. «No es una exposición dirigida a un público erudito y especializado, sino a aquellos que no tienen un profundo conocimiento de la ciudad. La idea central es la de explicar lo que es Oviedo a aquellos que no tienen referencias sobre su historia», apuntaba Monserrat Abad.

Así, textos cortos, pero cargados de información, se combinan con llamativos despliegues audiovisuales. El Café Español centra la etapa medieval (del siglo VIII al XVI) recalcando el legado de los reyes Alfonso II, Ramiro I, Ordoño I y Alfonso III. «Aquí hemos utilizado soportes muy homogéneos dada la época que se trata, huyendo de forma intencionada de los elementos audiovisuales», repasaba Pelayo García, director de contenidos de Ingeniaqued, empresa responsable de la puesta en marcha de la exposición, y con experiencia adquirida en el Museo de Altamira y la reproducción de la cueva, el Museo de la Sidra (Nava) o la Casa del Oso (Proaza). Además, ha participado en el pabellón de España para la Expo 2005 y está en pleno trabajo para la Santa Sede y Turquía para sus puestas en escena en la Expo de Zaragoza.

Los grandes efectos se quedan para Trascorrales. De mano, fragmentos de «La Regenta» sirven como banda sonora para el viaje por el Oviedo del siglo XIX. Pero sin duda uno de los grandes atractivos será el espacio dedicado a los cuatrocientos años de la Universidad de Oviedo. El rostro virtual de Valdés Salas le pide a Feijoo, en un diálogo ficticio, explicaciones sobre qué se ha hecho con su herencia, destinada a la puesta en marcha del centro universitario. La escena, responsabilidad del sevillano José Luis Millán y su equipo, precede a los espacios dedicados al levantamiento contra los franceses, la Revolución de Octubre y la guerra civil.

El recorrido se remata con los grandes hitos de la reconstrucción de la ciudad, su papel como cuna de la hispanidad (ciudades hermanadas, los premios «Príncipe de Asturias» o el Día de América) y un documental de ocho minutos (la locución se complementa con una gran fotografía aérea de Oviedo sobre la que van destacando la grandes obras) acerca de los cambios de la localidad. En definitiva, una historia milenaria desmenuzada en pequeñas dosis.