La parcela volverá a manos públicas si prospera el acuerdo de la empresa con el Principado para hacer un palacio

Lucía S. NAVEROS

Son 15.476 metros cuadrados que han generado kilos de papel que engordan los expedientes municipales: pocas parcelas de la ciudad han tenido tantos novios y está costando tanto casar. Ubicada en lo que los urbanistas han llamado «la puerta de Asturias», en la entrada de Oviedo por la «Y», quizás es esa misma ubicación central la que ha dificultado que «cuajara» alguno de los numerosos proyectos que se han hecho para esos terrenos. Tras el fracaso de los tres rascacielos de Calatrava, la última propuesta es la construcción de un Palacio de Justicia que reúna todas las sedes judiciales dispersas por la ciudad. El proyecto está siendo impulsado por el Principado, que negocia los términos de la operación con la actual propietaria de la parcela, Jovellanos XXI, de las familias Cosmen y Lago. Si se culmina la negociación, la parcela volvería a manos públicas tras un complicado viaje administrativo y económico.

Porque esta parcela no fue siempre privada, ni siempre edificable: durante casi un siglo el solar albergó la trinchera ferroviaria que llegaba a la estación del Vasco, inaugurada en 1906. En 1989, siendo alcalde el socialista Antonio Masip, la estación fue derribada en medio de una sonora polémica. Se daba vía libre así a la «operación Cinturón Verde», que se desarrolló durante la última década del siglo pasado, para liberar el casco urbano del trazado ferroviario y generar miles de metros cuadrados edificables. La estación del Vasco estaba en la parcela de al lado, donde hoy se levanta un centro de estudios. En Jovellanos 2 había una playa de vías y el apeadero que sustituyó a la estación. Durante años, en la parcela creció la maleza.

En febrero de 2001, el Ayuntamiento compró a la sociedad Cinturón Verde Jovellanos 2 por 603.903 millones de pesetas. El solar ferroviario, ya sin vías, pasó así a ser municipal. Ya había planes para el suelo: se barajó como sede de un museo de la Colección Masaveu, y se llegó a adjudicar la construcción de un aparcamiento subterráneo, que finalmente no se hizo.

En agosto de 2001, el Ayuntamiento convocó el concurso de la llamada «operación de los palacios», en las parcelas de Jovellanos 2 y del viejo Tartiere, en Buenavista, para construir un Palacio de las Artes y un Palacio de Congresos. En enero de 2002, Jovellanos XXI consiguió el contrato para hacer dos grandes equipamientos que dejaran en la ciudad el sello del arquitecto Santiago Calatrava. La inversión global se calculó en 142,5 millones de euros, financiados mayoritariamente por la empresa, que obtenía a cambio distintos aprovechamientos lucrativos, y la gestión del Palacio de Congresos durante 50 años. Al Ayuntamiento le correspondía poner 26 millones de euros para pagar el Palacio de las Artes que se haría en el Vasco y un centro social que iría en la parcela de Buenavista. Ambos equipamientos se perdieron en los vericuetos del contrato, uno de los más complejos que ha tramitado el Ayuntamiento ovetense. En el Vasco, según el contrato inicial, habría un aparcamiento subterráneo municipal que la empresa explotaría.

Aquel proyecto también incluía una zona comercial y otra residencial y el Palacio de las Artes, que sería municipal.

El Ayuntamiento quedaba obligado a pagar 3 millones de euros en 2003; 4,5 millones, en 2004, otro tanto en 2005, y 18,1 millones en 2006.

En 2002 se da el primer paso para concretar la privatización de la parcela: se segrega la zona que tenía aprovechamiento residencial y comercial, y se cede a la empresa, para facilitar su gestión. Jovellanos XXI se convirtió así en propietaria de 9.510 metros cuadrados del solar. El resto se mantuvo en manos del Ayuntamiento. El arquitecto reconoció en diversas ocasiones que desarrollar un proyecto atractivo para la parcela del Vasco no era fácil, por las diferencias de cota, su forma y la inserción de los edificios en el entorno. Proyectó, en principio, un edificio largo y estrecho, para viviendas y centro comercial, y un Palacio de las Artes con dos bloques en superficie, que se unían bajo rasante.

En el mismo año 2002 llega el primer cambio: Gabino de Lorenzo apuesta por construir en la parcela una Facultad de Bellas Artes, en vez de un palacio, una titulación cuya implantación en Oviedo reclamaba el Ayuntamiento. El cambio reduce la inversión prevista a casi 138 millones de euros.

Calatrava hace, pues, un nuevo diseño para el Vasco: una «muralla cinética», es decir, que transmita idea de movimiento, y que funcione en la parcela como «un edificio escultura», hacia Víctor Chávarri. En 2003, con las obras en marcha y el Tartiere ya derribado, llega un nuevo cambio para el Vasco: en vez de Facultad de Bellas Artes, el Ayuntamiento apuesta por construir un «palacio municipal», lo que se justifica asegurando que no hay suficiente compromiso regional para traer a Oviedo la titulación de Bellas Artes. Mientras, las obras avanzan en las dos parcelas con protestas en el Vasco por su impacto sobre el edificio Panorama y por la aparición de grietas en varios pisos de Gascona. En agosto de 2005, la empresa hace una serie de peticiones, que apoya en un extenso estudio jurídico del catedrático de Derecho Administrativo Raúl Bocanegra: los cambios se apoyan en los sucesivos incumplimientos del Ayuntamiento, que no pagó ninguna de las anualidades previstas y que, defiende la empresa, ha cambiado al margen del contrato el proyecto para la parcela al menos en tres ocasiones. Se plantea entonces un «ajuste de los números» de la operación, por lo que la inversión municipal se reduce a 18,4 millones. La empresa obtiene la propiedad de los aparcamientos. Se renuncia al centro social de Buenavista. Por los sucesivos cambios del proyecto, la empresa reclama que se pague la factura presentada por Calatrava, que asciende a 1,5 millones de euros. El Ayuntamiento autoriza la construcción de otra dos grandes superficies comerciales en ambas parcelas. La del Vasco tendrá 33.000 metros cuadrados. Los derechos para que la empresa pueda hacer estos grandes centros comerciales se tasan en 2,4 millones de euros.

Poco después el Ayuntamiento anuncia un giro definitivo que pondrá íntegramente la parcela en manos de la empresa: saca a la venta el edificio municipal, aún sin construir, con proyecto de Santiago Calatrava. La subasta se convoca en agosto de 2006, y la parcela, con el proyecto de Calatrava y su construcción, se valora en 24 millones de euros. Finalmente, sólo Jovellanos XXI concurre a la subasta, y adquiere el suelo por 6 millones de euros, ya que el proyecto ya lo tiene, y se supone que también la voluntad de edificar el edificio, que será para usos administrativos en general, ya no para la Administración. Con este último cambio, la relación entre el Ayuntamiento queda clara: el Consistorio no adeuda nada a Jovellanos XXI, ingresa por la operación 6 millones de euros y se desprende para siempre de la parcela del Vasco.

Entre tanto, a lo largo del año, las obras en El Vasco se van ralentizando, mientras avanzan a toda velocidad en Buenavista, donde ya crece un complejo con el inconfundible sello de Calatrava. Con el aparcamiento del Vasco muy avanzado, en diciembre de 2007 se presenta un nuevo e impactante giro para la parcela: se plantea un cambio en el Plan General de Ordenación Urbana para permitir la construcción de tres estrechos edificios blancos de 133 metros de altura, sobre un gran jardín urbano de árboles sobre pavimento rojo.

El arquitecto se desplaza a Oviedo y se escenifica una presentación pública, en la plaza de Trascorrales, que se cierra con una cena en la que representantes destacados de la sociedad ovetense, y los miembros de la Corporación, son invitados. El portavoz de Asamblea de Ciudadanos por la Izquierda, Roberto Sánchez Ramos, que desde un inicio ha sido sumamente crítico con la operación de los palacios, no asiste al convite. Sí lo hace, y ocupando un lugar destacado junto al famoso arquitecto, la portavoz del PSOE, Paloma Sainz, que en principio no se muestra contraria a la idea, muy impactante.

La presentación se hace en un momento político complicado, con las elecciones generales a la vuelta de pocos meses y con el alcalde, Gabino de Lorenzo, como cabeza de lista. Finalmente, el PSOE se posiciona junto a Sánchez Ramos y la oposición encabeza una campaña ciudadana en contra de las tres torres, en la que se implica a Icomos, la organización que asesora a la UNESCO respecto al patrimonio mundial, por el efecto que pueden tener los rascacielos sobre la cercana iglesia de San Julián de los Prados. Ante el rechazo ciudadano, De Lorenzo finalmente rechaza el proyecto.

Tras la caída de las tres torres, el silencio cae sobre la parcela. No hay obreros ni se les espera. En medio del derrumbe, la pasada semana saltó el anuncio, de la mano de Paloma Sainz: se sopesa la posibilidad de que el suelo vuelva, tras todo ese viaje, a manos públicas. En esta ocasión a la Administración regional, que negocia con Jovellanos XXI una fórmula para que se pueda edificar en la parcela un Palacio de Justicia que agrupe las sedes judiciales dispersas por la ciudad. La empresa reconoce que sería una salida idónea para la parcela, en un momento económico muy difícil en el que las restricciones bancarias a los créditos hacen problemático conseguir financiación para impulsar proyectos. La operación se presenta ya muy cocida, aunque no ha trascendido ni la cuantía económica ni los términos concretos del acuerdo. El palacio vuelve al Vasco.