P. GALLEGO

Jesús V., uno de los cuatro acusados de participar en el asesinato y posterior descuartizamiento de María Luisa Blanco en Vallobín, fue ingresado el pasado fin de semana en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) tras consumir una «considerable» cantidad de pastillas. Según su abogado, el joven, de 19 años, intentó suicidarse al consumir las píldoras que le suministraban para tratar el dolor de muelas y que había ido acumulando. La razón, su salida de la unidad terapéutica al módulo 9, algo que ya había anunciado a su hermana: «Si me cambian de módulo, me suicido».

El joven ya ha sido dado de alta y, según fuentes cercanas al caso, su estado de salud es «bueno». Su letrado, Luis Alberto Álvarez, pudo hablar con él durante 15 minutos antes de que fuese trasladado de nuevo al centro penitenciario de Villabona y asegura que su defendido no consumió las pastillas por sentirse «culpable», sino por no poder estar al lado de su hijo -un bebé de dos meses del que se han hecho cargo los Servicios Sociales- y de su novia, Larissa L., también acusada por el mismo crimen y que se encuentra internada en el centro de menores de Sograndio.

Sin embargo, fuentes de la unidad terapéutica de Villabona afirman que la historia de Jesús y su intento de suicidio es bastante distinta. Aseguran que el acusado había abandonado la unidad «días antes» del suceso y niegan que tuviese activado el protocolo de prevención de suicidios. Es más, fuentes del centro penitenciario califican la salida al Hospital como «sospechosa», de ahí que Jesús tuviese una vigilancia especial los días que estuvo internado en el HUCA. Tanto para prevenir un posible intento de fuga como por la fuerte alarma social que ha causado el crimen. «Sólo fue una manipulación para salir un tiempo de prisión», apostillan.