D. González

Los romeros no dejaban ayer de bajar la cuesta que conduce al prau donde se celebran las fiestas que el barrio del Cristo de Oviedo celebra hasta el próximo martes en honor de su patrona, Santa Ana de Mexide.

La tarde caía sobre el Aramo, que se contempla en panorámica desde el parque de Montecerrao -convertido ahora en recinto festivo-. Mientras tanto, los alumnos de las clases de tai-jitsu del gimnasio Atlas comenzaban su exhibición de artes marciales.

A los kimonos siguieron los vestidos orientales, pues a continuación suya salieron a la pista los 16 bailarines de la academia Aché Nonaya, con danza del vientre y bailes de salón. Estas actuaciones, a cargo de dos centros que tienen su sede en el mismo barrio, resumen la filosofía de los festejos, que sólo en su primer día congregaron a 4.000 visitantes.

«Se trata de unas fiestas que sirvan de elemento de unión entre todos los vecinos, pero que también están abiertos a todo aquel que quiera acercarse», explica Ramón del Fresno, alcalde del barrio y presidente de la Asociación de Vecinos y Comerciantes.

De esta organización partió hace tres años la iniciativa de recuperar las fiestas, unas de las más antiguas de la capital. La mayoría de los que asisten a Montecerrao coinciden en que cada una de estas ediciones han sido un éxito.

Algunos, como Ángel Crespo, vecino del barrio, son ya romeros veteranos.

«Lo que más me gusta es el día del bollo y el vino», cuenta.

Otros, como Marta Rodríguez y Miguel Turrado, vienen por primera vez, pero sus impresiones son, en sus palabras, «muy buenas».

Las fiestas han cobrado fama en muy poco tiempo dentro y fuera de Oviedo. «Sobre todo, entre los veinteañeros», cuenta Carlos del Fresno, encargado del bar.

Mañana será el día grande de las fiestas. El lunes se entregará el premio «Pelayo» a Samu Sánchez, y el martes, jira con bollo y vino.