Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Oviedo se estremece con la Bartoli

La mezzosoprano firmó ayer en el auditorio Príncipe Felipe un soberbio concierto lírico de emociones intensas y grandes alardes vocales acompañada por una brillante «Scintilla»

Cecilia Bartoli, al inicio del concierto.

Cecilia Bartoli, al inicio del concierto. / fotografía cedida por la concejalía de cultura del ayuntamiento de oviedo

Diana DÍAZ

Cecilia Bartoli no es sólo artificio vocal. Ni mucho menos. Es, ante todo, la expresión de un arte cuando se convierte en canto. Así lo demostró ayer la mezzosoprano romana en su debut en el ciclo de Grandes Conciertos del Auditorio. Bartoli brilló con luz propia, alumbrada con su propio «foco», que la siguió por todo el catálogo de arias del siglo XVIII. Bartoli está agraciada con un instrumento impresionante, de técnica poco habitual, que no sólo conquista en los momentos de mayor agilidad, sino que convence en las arias más lentas, donde derrocha todos los recursos expresivos.

Oviedo se estremece con la Bartoli

Oviedo se estremece con la Bartoli

La diva estuvo acompañada por la Orquesta «La Scintilla», especializada en música antigua y cuya presencia en Oviedo es un verdadero lujo. Su participación aseguró una velada de éxito rotundo. Una preocupación constante por la sonoridad se unió al rigor estilístico en la base de su actuación. Instrumentistas de auténtico nivel, con una cuerda exquisita y un viento eficaz y depurado, se encontraron perfectamente con una voz conocida para el conjunto de Zúrich: la Bartoli.

La diva hizo su brillante aparición tras la Sinfonía de «Meride e Selinunte», de Porpora, como si de un «primo uomo» barroco se tratara, luciendo un elegante traje con capa incluida. El aria «Come nave», del mismo compositor, fue el primer «caballo de batalla» del repertorio, que sirvió para asentar la interpretación. Y es que la natural energía de la Bartoli parecía imprimir cada parada del repertorio.

Fue a partir de «Chi non sente al mio dolore», de la ópera «Merope», cuando Bartoli logró su objetivo, emocionar al público. De este modo, la voz de Bartoli mostró toda su riqueza en arias como «Parto, ti lascio o cara», del «Germanico in Germania» de Porpora, o «Qual farfalla», aria de la ópera «Zenobia in Palmira» de Leo. En arias como estas la cantante derrochó todos sus recursos dramáticos, con modulaciones de voz exquisitas y un fraseo de altos vuelos, La primera parte cerró con una de las arias imposibles, «Cadró, ma qual si mira», de la ópera de Araia «Berenice».

Con «Usignolo sventurato», de Porpora, la voz se mezcló con el sonido de los pájaros y las flautas piccolo para retomar el concierto en la segunda parte. Las arias de Graun, Caldara, Porpora y Vinci llevaron a grandes momentos del concierto, ahora teñidos de los momentos más oscuros, como en el «Misero pargoletto» o «Quel buon pastor», obras que sobrecogieron a más de uno. Hubo también momentos para otros lucimientos, como los de «Nobil onda», de la «Adelaide» de Porpora, con la que Bartoli puso el broche de oro a la segunda parte, con una escritura imposible para la voz. Casi al final, la diva sorprendió con un cambio de vestuario espectacular, ceñida en un corpiño dorado con una generosa cola roja. Y con el rojo, el de las plumas con que jugó sobre la escena al final de la velada, echaba el telón tras las tres propinas que arrancaron con el aria «Lascia la Spina» de Haendel que se incluye en su último disco «Sacrifium».

Cecilia Bartoli llegó al auditorio Príncipe Felipe de Oviedo a las seis de la tarde. La mezzo se bajó de un moderno monovolumen Mercedes y de inmediato entró en el Auditorio. No quiso posar para la fotografía de la izquierda y tampoco responder a preguntas. Al interrogarla sobre su impresión de Oviedo sonrió, saludó con la mano y se limitó a un «muy bien, muy bien», para perderse en dirección al camerino. Ya no saldría del auditorio ovetense hasta cerca de las once de la noche, tras el enorme éxito cosechado en su primera visita a Asturias.

Tracking Pixel Contents