L. S. NAVEROS

Hasta los que siguen la actualidad local al dedillo han perdido la cuenta de los proyectos que han tropezado en la parcela del Vasco, y se han quedado en realidad virtual o en expedientes de aburrida lectura en el archivo municipal. Parece que cualquier proyecto se complica si lleva el apellido del Vasco, pese a la privilegiada ubicación de la parcela, o precisamente por ella. El último, el Palacio de Justicia, que ya contaba hasta con acuerdo del Consejo de Gobierno, con proyecto, licencia municipal y hasta fecha de inicio de las obras. Al final, otro borrón y otra cuenta nueva: el plan del Principado para alquilar durante treinta años con opción de compra de un edificio que iba a construir la empresa propietaria, Jovellanos XXI, ha sido anulado por el Gobierno regional, después de que una denuncia de IU-Los Verdes despertara todos los recelos de la Comisión Europea sobre la legalidad de la operación. Ahora, sobre la mesa, está la posible adquisición de la parcela por parte del Gobierno regional, para licitar posteriormente el concurso y mantener en ella el plan para unificar las sedes judiciales dispersas por la ciudad. Pero, como hablamos del Vasco, todo está en veremos.

Situado a la entrada de Oviedo por la «Y», en lo que los urbanistas han llamado «puerta de Asturias», es uno de los solares más golosos del casco urbano. A un paso del centro de Oviedo, excelentemente comunicado, linda con la calle Víctor Chávarri y con Gascona.

Durante casi un siglo, el solar formó parte de la emblemática estación del ferrocarril Vasco Asturiano, albergando la playa de vías de la estación del Vasco, inaugurada en 1906. En 1989, siendo alcalde el socialista Antonio Masip, la estación fue derribada en medio de una sonora polémica ciudadana. Se daba vía libre así a la «operación Cinturón Verde», que se desarrolló durante la última década del siglo pasado, para liberar el casco urbano del trazado ferroviario y generar miles de metros cuadrados edificables. La estación del Vasco estaba en la parcela de al lado, donde hoy se levanta un centro de estudios. El solar resultante se dividió en dos, y el que hoy llamamos Vasco quedó oficialmente como Jovellanos 2, del que tomó su nombre la empresa que es hoy su propietaria.

En Jovellanos 2 había una playa de vías y el apeadero que sustituyó a la estación. Durante años, en la parcela creció la maleza. En febrero de 2001, el Ayuntamiento compró a la sociedad Cinturón Verde -la empresa que desarrolló la operación del mismo nombre- el solar por 603,903 millones de pesetas, que así pasó a ser municipal.

En aquel momento, se barajó como sede de un museo de la Colección Masaveu, y se llegó a adjudicar a una empresa del Grupo Masaveu la construcción de un aparcamiento subterráneo, que finalmente no se hizo, pese a que ya estaban los estudios geológicos, que fueron pagados por las arcas municipales.

En agosto de 2001, el Ayuntamiento convocó el concurso de la llamada «operación de los palacios», en las parcelas de Jovellanos 2 y del viejo Tartiere, en Buenavista, para construir un Palacio de las Artes y un Palacio de Congresos. En enero de 2002, Jovellanos XXI consiguió el contrato para hacer dos grandes equipamientos con el sello del arquitecto Santiago Calatrava.

En el Vasco, según el contrato inicial, habría un aparcamiento subterráneo municipal que la empresa explotaría, una zona comercial, otra residencial y el Palacio de las Artes, que sería municipal. El Ayuntamiento quedaba obligado a pagar, en anualidades, más de 26 millones de euros.

En el mismo año 2002 llega el segundo cambio: Gabino de Lorenzo apuesta por construir en la parcela una Facultad de Bellas Artes, en vez de un palacio, una titulación cuya implantación en Oviedo reclamaba el Ayuntamiento.

Calatrava hace, pues, un nuevo diseño para el Vasco: una «muralla cinética», es decir, que transmita idea de movimiento, y que funcione en la parcela como «un edificio escultura», hacia Víctor Chávarri. En 2003, con las obras en marcha, llega otro cambio: en vez de Facultad de Bellas Artes, el Ayuntamiento apuesta por construir un «palacio municipal». Finalmente, el Ayuntamiento anuncia que no hará una nueva Casa Consistorial, y saca a la venta la zona dotacional del solar, que Jovellanos XXI adquiere por 6 millones de euros. La empresa, con la parcela ya de su propiedad y en parte construida, impulsa el proyecto de las tres torres de Calatrava, que chocó con el rechazo popular, el penúltimo cambio para un solar que aún no ha despejado su futuro.