Pablo GALLEGO

Oviedo y las otras quince ciudades que han formalizado ante el Ministerio de Cultura su deseo de convertirse en capital europea de la cultura en 2016 han pulverizado el anterior récord de participación en este proyecto europeo. Según la web de la comisión responsable, nunca antes un único país había presentado tantas ciudades candidatas. Polonia, que acompañará a España en la capitalidad de 2016, sólo ha presentado cinco aspirantes: su capital, Varsovia, y Poznan, Lublin, Lodz y Torun.

Éstas son las claves de los proyectos de las quince ciudades españolas que compiten con Oviedo en la carrera por el título de 2016.

l Alcalá de Henares. La candidatura madrileña centra su propuesta cultural en la lengua y la literatura, apoyadas en una idea de «ciudad de acogida». Alcalá propone un modelo «sostenible» y la integración de diferentes culturas. También es la única de las dieciséis candidatas que no es capital de comunidad o provincia.

l Burgos. Bajo el lema «R-Evolución», Burgos construye su candidatura a partir del Patrimonio de la Humanidad: los yacimientos de Atapuerca, la Catedral y el Camino de Santiago. Burgos utiliza la idea de «evolución humana» para proponer un modelo capaz de cambiar las zonas más desfavorecidas de la ciudad.

l Cáceres. La ciudad extremeña, Patrimonio de la Humanidad, utiliza en su candidatura la fuerza de sus ciudadanos, con «unánime voluntad» de ser los ganadores. Cáceres confía en que, si resulta la elegida, la capitalidad cultural le traerá grandes proyectos capaces de impulsar «el cambio que la ciudad espera» para relanzarla económica y socialmente.

l Córdoba. La favorita declarada del Gobierno central ha sido durante siglos ejemplo de convivencia entre pueblos, culturas y creencias. El proyecto, uno de los dos presentados por Andalucía, gira alrededor de su patrimonio artístico y cultural. Sólo para 2010 cuenta con un presupuesto de 1,4 millones de euros.

l Cuenca. También Patrimonio de la Humanidad, presenta la idea de «ciudad-paisaje», al fusionar su arquitectura popular -las «casas colgadas»- con el entorno natural. Destaca su oferta de música religiosa y de arte abstracto y contemporáneo.

l Islas Baleares. Palma de Mallorca y las islas del Mediterráneo se presentan como modelo de «región insular metropolitana», una idea similar al fallido proyecto que unía Oviedo, Gijón y Avilés.

l Las Palmas de Gran Canaria. Su propuesta a la capitalidad cultural se basa en su localización estratégica entre tres continentes: Europa, África y América.

l Málaga. La segunda candidata andaluza pretende que la capitalidad sirva para construir equipamientos que ayuden a su desarrollo.

l Murcia. Pretende ser un lugar de «construcción de ciudadanía y convivencia», con fuertes contrastes entre lo urbano y su tradición agrícola. En los contenidos culturales destaca su defensa del patrimonio histórico medieval y del arte barroco.

l Pamplona. Destaca por su «patrimonio humano». En el dossier de la candidatura incluye todas sus fortalezas: tres universidades, museos y una actividad musical enmarcada en una «ciudad verde».

l San Sebastián. La candidatura vasca resume el contenido de su proyecto a la capitalidad cultural europea de 2016 en una única frase: «Olas de energía ciudadana». La aspirante donostiarra -que presenta una imagen firmada por Luisa Chillida, diseñadora y nieta del escultor Eduardo Chillida- es una de las más claras favoritas, y afirma que «los movimientos ciudadanos son el verdadero motor de las transformaciones y de los cambios del mundo».

l Santander. Con un presupuesto -4,5 millones de euros- difícilmente igualable por otras candidatas y el apoyo del Banco Santander, la capital cántabra construye su asalto a la capitalidad cultural sobre su oferta musical -a través de su Festival Internacional y el Concurso de Piano «Paloma O'Shea»- y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).

l Segovia. La ciudad pretende ser un «laboratorio cultural» basado en «la innovación y el espíritu de los jóvenes», que deben convertirse en «protagonistas del cambio europeo».

l Tarragona. La ciudad catalana basa su aportación en la «impronta de generaciones pasadas», como el conjunto romano de Tarraco.

l Zaragoza. Tras la Expo, la capital aragonesa muestra los frutos de su primer plan estratégico de la cultura, que aspira a cambiar el modelo urbano a través de la sostenibilidad.