Los famosos álamos del Campo fueron talados en 1925 para asfaltar el paseo, y en septiembre, Angelín «el Rabilu», de Fitoria de Abajo, fue a ver al Alcalde con la idea de instalar allí una de aquellas máquinas de tren para asar castañas; antes de que pudiera explicarse, José María Fernández-Ladreda, tajante, le denegó lo que pedía y el Rabilu le dio vivamente las gracias. «¿Por qué me da las gracias? Nada le concedí». «Nada, pero lo hizo con tal prontitud que no tuve que esperar largas horas por su negativa, como suele suceder en asuntos municipales, ni ha permitido que abrigara falsas esperanzas». Hoy, el Principado, sin licencia, por ahorrar tiempo e infundadas expectativas a los pacientes asturianos, ya instaló las máquinas para dar acceso al nuevo Hospital, pero De Lorenzo, todo son facilidades, se interpuso. Veremos quién nos saca las castañas del fuego.