Javier NEIRA

Durante la homilía de la misa mayor de San Mateo, que se celebraba al mediodía de ayer en la Catedral, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, ofreció tres meses de su sueldo a los mineros asturianos que llevan desde junio sin cobrar sus nóminas y están en huelga.

La Catedral estaba llena. En los primeros bancos, el alcalde, Gabino de Lorenzo, los miembros de la Corporación municipal y las reinas de las fiestas. El Arzobispo, después de unas consideraciones sobre la conversión de San Mateo, dijo: «Ayer hablaba con el director de nuestra Cáritas Diocesana, esa institución de la Iglesia que es nuestro humilde orgullo por estar donde está haciendo lo que hace tan eficazmente y tan callando. Me decía que sólo en Asturias estamos atendiendo a más de 8.000 familias en situación de tremendo desahucio y desamparo. ¿Por cuánto multiplicaremos esa cifra para saber cuántas personas concretas no tienen fiesta? Pero más me conmovió el dato que se me daba. Que entre las familias de nuestros mineros que llevan más de tres meses sin cobrar nada, no pocas de ellas tienen fijada una cantidad de ayuda a Cáritas, y que sin embargo no han querido rescindirla, aunque ellas necesiten ser ayudadas. Son familias en grave apuro las de nuestros mineros del carbón, y que dan ese impresionante ejemplo de compartir con quienes tienen menos, en un inusual ejemplo de cristiana solidaridad. Tanto me ha conmovido este ejemplo que ha sido como un aldabonazo. Sólo puedo hacer yo otro tanto, y así lo hago, prescindiendo de mi sueldo tres meses para ponerme a su lado, entregando mi nómina a Cáritas como ayuda voluntaria a tanta gente que sufre forzada sin cobrar o en el paro».

El gesto del Arzobispo marcó la función religiosa, que, por lo demás, discurrió según costumbre.

Primero, a la puerta de la Catedral, entre bandas de gaitas y mucha gente, el deán Ángel Pandavenes y el canónigo José Franco recibieron al Alcalde, a la Corporación municipal y a las reinas de las fiestas. En el atrio desde las diez de la mañana hasta pasadas las dos de la tarde se vendieron hasta 500 paxarines, una cita tradicional de San Mateo. Ya desde una hora antes de la misa numerosos fieles hacían cola antes los confesionarios.

A las doce partió desde la sacristía una procesión por el templo, presidida por el Arzobispo, acompañado por el obispo auxiliar, Raúl Berzosa, el cabildo Catedral y veinte concelebrantes.

Durante la misa la «Schola Cantorum», dirigida por Leoncio Diéguez, interpretó sucesivas piezas sacras con especial acierto. Al órgano, Fernando López Blanco.

Entre los fieles, dos grupos de peregrinos, de Italia y de EE UU. Terminada la misa, el Arzobispo procedió a impartir una cuádruple bendición -según los puntos cardinales- con el Santo Sudario, que se venera todo el año en la Cámara Santa y es una de las reliquias más destacadas de la cristiandad. Simultáneamente, los oficiantes y la «Schola» cantaron el tradicional miserere, componiendo el momento más emocionante de la celebración religiosa.

Desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde -con la interrupción solo de la misa solemne- cientos de personas se acercaron hasta la hidria -que procede de las bodas de Caná, según una piadosa creencia- para beber el agua bendecida a primera hora de la mañana, al igual que les paxarines.

A la salida, el grupo Asturias Laica mostró con una pancarta y varios carteles su rechazo a que las autoridades civiles asistan a actos religiosos.