L. S. NAVEROS

En los años 90, el Ayuntamiento de Oviedo plasmó en el Plan General de Ordenación Urbana tres operaciones urbanísticas destinadas a dar un vuelco total a Ciudad Naranco: las de Ferreros, Almacenes Industriales y Prados de la Fuente. Casi quince años más tarde, gran parte de esa reforma urbana está ejecutada, y esa nueva ciudad residencial convive con los restos del antiguo barrio de extrarradio, dando lugar a una de las zonas de Oviedo con más contrastes.

La reforma y apertura de la antigua cárcel como nuevo Archivo Histórico, y la construcción del nuevo acceso bajo las vías del tren a la glorieta de Luis Oliver, han contribuido a cambiar Ciudad Naranco, pero aún se mantiene en la zona un polígono industrial activo, y los restos de los viejos almacenes industriales, en la calle del mismo nombre, cuyos solares están destinados a la edificación y que se encuentran, en muchos casos, en estado de abandono.

El Ayuntamiento de Oviedo pretende que «no más allá del año que viene» se derriben parte de estos viejos almacenes, ubicados a la entrada del barrio, para mejorar el tráfico y la apariencia de esta zona de la ciudad. «Con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no va a haber desdoblamiento del puente de Nicolás Soria, y la construcción de la segunda fase de la unidad de gestión de Almacenes Industriales está parada, a causa de la crisis económica, así que vamos a pedirle a la empresa que derribe al menos parte de las naves para obtener el espacio destinado a espacio libre de uso público y para la mejora de viales. El Plan General de Ordenación Urbana prevé la construcción de una glorieta, que se podría acometer si obtenemos de forma anticipada el suelo», señala el concejal de Urbanismo, Alberto Mortera. En la zona quedará aún por resolver el polígono industrial más moderno, ubicado en Ferreros, donde se impulsó una recalificación del suelo con el objetivo de que las empresas se trasladaran a otras zonas del concejo y el suelo del barrio se destinara, íntegramente, a usos residenciales. El plan chocó con la negativa de los industriales, que pedían más alturas, y con la crisis del sector inmobiliario. «No obstante, esas naves están destinadas también a la desaparición, ya que han sido recalificadas para usos residenciales», señala el concejal de Urbanismo.