David ORIHUELA

Lolita Flores hizo «un desnudo integral» y el atrevimiento se convirtió en el libro «Lolita. Flores y alguna espina», una «entrevista a lo bestia» con el periodista Javier Menéndez Flores, según la define la artista, que ayer acudió al Rastrillo de la asociación Nuevo Futuro, en el paseo de los Álamos de Oviedo.

Lolita fue un huracán en la carpa de la asociación benéfica. Estaba previsto que acudiese a comer, pero al final no pudo ser, lo que no impidió que numerosos fans la esperasen desde última hora de la mañana para saludarla y conseguir que les firmase un ejemplar del libro. La artista llegó acompañada de Charo Reina, una de las más fieles del Rastrillo ovetense, y recorrió todos y cada uno de los puestos del mercadillo acompañada por Ana Escudero, presidenta de la asociación en Asturias. La cantante tuvo suerte en la tómbola, donde le tocó un bingo, e hizo gasto comprando pendientes.

Era la primera vez que acudía al mercadillo solidario de Oviedo, pero dejó patente no sólo su apoyo a la organización, sino su amor por Asturias, «porque, como dice Woody Allen, todo el mundo debería venir a Asturias», aseguró, y explicó que es una región de la que está «enamorada» y de la que destaca su verde y su gastronomía.

La cantante, actriz y colaboradora en televisión ensalzó el trabajo que hace Nuevo Futuro y aseguró que intenta colaborar «en todo lo relacionado con los niños». Por eso no dudó en asegurar: «Ojalá me tocase la primitiva para poder colaborar aun más». Dicho esto, Lolita se quedó pensativa: «O la primitiva o que me salga mucho trabajo». Así que la pregunta era obligada, ¿cómo va el trabajo?, y la respuesta con cara de así, así: «Pues en crisis, como todo».

Además de gastarse algunos euros, su sola presencia consiguió llenar la carpa de seguidores, que la inmortalizaron con sus cámaras de fotos o con sus teléfonos móviles.

Pregunta obligada era también su opinión sobre la declaración del flamenco como Patrimonio de la Humanidad. La hija de Lola Flores, «la Faraona», y de «el Pescaílla», dos grandes en la historia de la música española, aseguró encontrarse «superorgullosa» por el reconocimiento. «Nunca es tarde si la dicha es buena», explicó, aunque para ella «el flamenco ya era Patrimonio de la Humanidad». Además, como ella misma reconoce, «a mí el flamenco me ha dado de comer».

Como maestra de ceremonias estuvo Charo Reina, una de las fundadoras, junto a la duquesa de Alba, del Rastrillo de Nuevo Futuro en Sevilla y asidua a la cita ovetense. La folclórica entiende que «todas las personas conocidas tenemos la obligación de entregarnos a causas como ésta, en la que los niños viven y sobreviven gracias a Nuevo Futuro». Pero el compromiso no debe quedarse ahí, «porque no es una reunión de señoras aburridas, sino que son personas que trabajan durante todo el año y que van a los pisos en los que viven los niños a ayudarles a hacer los deberes o a darles el desayuno, como he hecho muchas veces; hay que trabajar todo el año». Reina, que todos los años colabora sirviendo comidas en el Rastrillo ovetense no lo podrá hacer en esta ocasión, ya que tiene una lesión en un brazo.

Charo Reina se mueve por el Rastrillo ovetense como por su propia casa, «porque quiero mucho a esta gente y aquí me quieren mucho», aseguró. Algo que quedó demostrado con las muestras de cariño no sólo de las organizadoras, sino del público. Fueron muchos los que le preguntaron qué le había pasado en el brazo y cómo iba la recuperación.

El recorrido de las dos artistas finalizó en el puesto en el que las responsables de Nuevo Futuro venden libros para recaudar fondos para los tres pisos de acogida que tienen en Asturias y en los que viven 19 niños.