Pero el distanciador de coches, con ser buen invento el del canario, no parece que sea un «arma» necesaria en Oviedo. «Lo habitual es no tener problemas», resume Carlos Tejo. En realidad, los coches no respetan los treinta kilómetros por hora que se han señalizado y todavía se están señalizando en buena parte de la ciudad, pero los cojines berlineses sí que obligan a frenar, y al final el tráfico es un poco más lento y las bicicletas van más seguras.

Los ciclistas urbanos ovetenses, que agradecen la diligencia con la que el Ayuntamiento de Oviedo y la concejalía de Seguridad Ciudadana han recogido el guante para poner en marcha este plan, también se han encontrado con otra buena noticia. El plan para la instalación de cámaras de vigilancia en determinadas calles peatonales ha dejado unos carteles que permiten también el acceso a ciclistas a estas zonas.

Las bicicletas, por su parte, tratan de comportarse como si lo hiciera un vehículo y no abusan de ningún privilegio. Pasear con ellos por Oviedo es pararse en los pasos de peatones, respetar los semáforos y circular con mucho cuidado por las zonas peatonales, teniendo siempre en cuenta que es el peatón el que tiene preferencia.

En el recorrido desde la Losa a Suárez de la Riva, el pelotón llega al tiempo que el fotógrafo, que había salido un poco antes. El colectivo que impulsa el «plan 30» cita de memoria un estudio realizado hace poco en Oviedo para calcular qué medio de transporte resultaba más eficaz: el coche, la moto, la bicicleta o la marcha a pie. Los resultados fueron aplastantes. La bicicleta completaba los itinerarios -y eso incluía aparcar el vehículo- en segundo lugar, sólo superada por la moto y las dos con mucha diferencia respecto al coche.

Joaquín Arce calcula que moverse en bicicleta por la ciudad es un cuarenta por ciento más rápido que hacerlo en coche. Las ventajas son «la agilidad y la capacidad de poder aparcar al sitio al que vas».

El «plan 30» que fomenta el uso de la bicicleta en Oviedo también incluye la instalación de algunos aparcamientos de bicicletas. Todavía no se han puesto todos, como tampoco se han señalizado todas las calles, pero con la proliferación de señales y de entornos favorables para el ciclista, este colectivo también ha notado que las calles suman cada día bicicletas.

José Antonio Sánchez, en su recorrido diario al trabajo, los ve al pasar por La Corredoria. «Cada vez me cruzo con más gente. Y, lógicamente, a esas horas no se trata de los que van a hacer deporte, es gente que va a trabajar. Y dices, ¡coño, ahí va otru!».

Destacan los cuatro que zonas como La Corredoria favorecen, además, el uso de la bicicleta al ser un terreno sin demasiadas cuestas. Con Oviedo hay el temor a que los fuertes desniveles desanimen a los que quieren utilizar la bicicleta. Aquí Carlos Tejo trata de desmontar el argumento: «Es que te dicen "claro, pero si vives en Ventanielles y trabajas en el Cristo", pero yo les pregunto dónde viven ellos, porque eso es ponerse en el peor de los casos. Conozco gente que no tiene ningún problema y hacen todos los días itinerarios como La Florida-Teatinos».

Otra solución son las bicicletas eléctricas, con asistencia al pedaleo, que evitan sudores, esfuerzos y ayudan a superar los desniveles. Covadonga Álvarez asegura que en algunas tiendas de la ciudad donde hasta la fecha se vendía este tipo de vehículos de forma anecdótica han notado un interés creciente por parte de los clientes y un tímido despegue en las ventas.

Mientras, el pelotón ya ha vuelto a dar una larga vuelta por la ciudad y ha probado a realizar toda la rotonda de la salida Norte, al final de General Elorza. Es una de las pruebas de fuego del ciclista urbano. Una de las zonas más conflictivas. El pelotón la supera sin problema y al subir por Víctor Chávarri algún gracioso grita desde una ventana: «¡Comprad un coche!».

Más tarde, Covadonga Álvarez reflexionará sobre la gracia. Dice que existe un estudio que indica que el ciclista urbano es un hombre de más de 25 años, con un nivel alto de estudios y de clase media-alta. Es decir, es gente que desde luego que tiene coche o podría tener el coche que quisiera. «Hay que romper tópicos», resume Covadonga, «el ciclista urbano es una persona suficientemente inteligente, independiente y con criterio para desplazarse como quiera».

El pelotón se despide. Recuerdan al periodista que no vuelva a salir sin las luces, que son obligatorias para conducir desde el atardecer y que la Policía ya está avisando a algunos ciclistas. También le recomiendan que lleve casco. El casco no es obligatorio en la ciudad, pero «es recomendable», indican. Habrá que hacer caso. Y a dar pedal.