Julio César Picos Sol -gijonés, 31 años de edad- es pianista, maestro repetidor del teatro Campoamor de Oviedo, con especial participación en el Festival de zarzuela, y en el Palau de les Arts de Valencia, donde asimismo ha trabajado de asistente de Maazel y Zedda.

-¿Maestro repetidor?

-El maestro repetidor, como muchas veces se dice, es el director en la sombra. Es la mano derecha del director. Los ensayos con solistas, coro, figuración o ballet no se hacen con la orquesta sino al piano. Trabajamos muy pegados al director.

-De formación, pianista.

-Sí, estudié en Gijón y en Oviedo. Pianista y asistente del director musical. Si está, dirige él; si no, yo desde el piano o directamente ayudado por otro pianista.

-¿Y en Valencia?

-Llevo allí dos años. La lírica es una carrera a largo plazo. Vas haciendo unas cosas que llaman a otras. Me surgió la oportunidad de ir a trabajar a Valencia al teatro quizá más grande de España, el Palau de les Arts, junto al Real y el Liceo. Fui de septiembre a diciembre como asistente de Alberto Zedda y este año, lo mismo.

-Gran especialista en Rossini.

-Sí, hice con Zedda «La scala di seta» y «L'italiana in Algeri» como director asistente. Y como pianista una «Manon», con Lorin Maazel. Hago aquí, en Oviedo, el Festival de zarzuela y después en el otoño voy a Valencia, así completo el año.

-¿Cómo se trabaja con Zedda y Maazel?

-Con mucho respeto. Son grandes profesionales, grandes músicos, y no es difícil. Quizá sea más difícil trabajar con gente que no tiene tanta experiencia. En todo caso, la dificultad, con esos grandes maestros, está en un nivel de exigencia que es muy alto. Muy alto para todo. Todo tiene que ser perfecto desde el principio. No vale ir tirando hasta el final. Lógico porque el presupuesto es enorme.

-¿Cómo cuántas veces el presupuesto del Campoamor?

-No lo sé, pero es un superpresupuesto. El primer año era de 36 millones de euros. Una barbaridad. Son cifras que se salen. El Campoamor no las puede alcanzar. Estando allí se presentó Plácido Domingo y tuve la oportunidad de hablar con él y con otros cantantes, entre los mejores del mundo. Por eso el nivel de exigencia es tan alto.

-¿Cómo fueron sus inicios profesionales?

-Hice el ciclo superior en el Conservatorio de Oviedo. La Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo no tenía pianista, de eso hace once años, iban a Viena, me llamaron y empecé como pianista de ese coro. Y como son los que hacen la zarzuela entré como pianista en el festival. Y después, en el teatro. Sigo con la Capilla ya que participa en la zarzuela y además es como mi familia, no es sólo una cuestión profesional.

-El próximo domingo ofrecen la primera función de un nuevo título.

-Sí, «La Chulapona». Es la tercera vez que se hace aquí. Es una de las mejores producciones del teatro de la Zarzuela. Es de 1988 y seguirá siendo un éxito durante mucho tiempo. La música de Moreno Torroba es fantástica. Dirige Pérez Sierra, con el que he trabajado bastante. Ahí estamos ensayando estos días.

-¿Por qué es tan bueno el Festival de zarzuela del Campoamor?

-Se ha hecho una apuesta seria por el género. Traer una producción del teatro de la Zarzuela no es comparable a contratar una compañía de tercera división. Producir aquí es complicado. Y se han llegado a hacer seis títulos por festival. Así durante dieciocho años. Es incontestablemente el mejor de España junto al de Madrid. Aquí cantan zarzuela Bros o Gallardo-Domas.

-¿Cómo orienta su futuro profesional?

-Sigo con mi trabajo como maestro repetidor pero cuando ya lo dominas te llama más la atención la dirección musical. Me surgió la oportunidad en Valencia, de la mano de un grande como Zedda, y allí estuve de asistente y al año siguiente otra vez. Sigo vinculado al género lírico como pianista pero me gustaría llegar a dirigir profesionalmente. No se me oculta que es una carrera complicada.

-Quienes ahora aspiran a dirigir la OSPA tienen unos currículum magníficos.

-Lo mínimo para ser titular de orquestas como la OSPA o también Oviedo Filarmonía, con músicos con una gran carrera, es contar también con una gran carrera. Son orquestas muy serias.

-¿Cómo es la del Palau de les Arts?

-Excelente. Maazel seleccionó a los músicos uno por uno. Optaron 5.000 para 80 plazas. Por eso suena como suena. Increíble. Y cuenta con muchos músicos españoles.

-Hablando de directores jóvenes, ahí está Pablo González.

-Salió de Asturias y es titular en Barcelona. Es un director magnífico.

-Oviedo es un buen caldo de cultivo.

-Es una ciudad fantástica, un gran caldo de cultivo de la música clásica. Siempre hay algo, Jornadas de piano, Festival de zarzuela, Temporada de Ópera, Premios líricos, ciclo de la OSPA... hay ciudades bastante más grandes que no tienen esto ni mucho menos. Hay que valorarlo y conservarlo.

-Y ampliar el Campoamor.

-¿Para qué?

-Para que el público esté cómodo y la escena sea suficiente.

-El teatro debe estar siempre en buenas condiciones. De ahí las reformas que se hacen. Ampliarlo es complicado. Y hacer uno más grande con esta crisis es aún más complicado. Tenemos mucho con el actual Campoamor.

-¿Le tientan la docencia y la composición?

-La docencia, a medias, a fin de cuentas soy repertorista.

-¿Cómo?

-Básicamente, cuando un cantante necesita, por ejemplo, preparar «El barbero de Sevilla» con tal rol, le ayudo. Algunos trabajan de forma totalmente independiente pero son los menos. Necesitan un pianista que les monte el papel, como se dice en la jerga. Corriges errores y defectos e incluso das una opinión vocal aunque no es lo más frecuente. Me gusta la docencia desde ese punto de vista. En cuanto a la composición, he hecho arreglos para discos y cosas así pero no composición a fondo.