Ángel FIDALGO

Una veintena de personas con discapacidad visual visitó ayer por la tarde el Museo de Bellas Artes de Asturias con el soporte de la audiodescripción, una modalidad que ya está presente en los mejores museos del mundo y que en Oviedo, aseguran, está siendo todo un éxito.

La singular visita giró en torno a tres cuadros: la «Metamorfosis de ángeles en mariposa», de Dalí; «Mosquetero con espada y amorcillo», de Picasso; «La soga», de José Caballero, y dos esculturas de Faustino Goico Aguirre y Baltasar Lobo.

Montserrat Briansó es la guía de estas sorprendentes visitas. Antes de iniciar el recorrido explicó a LA NUEVA ESPAÑA que se eligen obras que sean fáciles de explicar. ¿La clave? «Hago una descripción siguiendo un orden geométrico para que las personas que no ven en su mente se puedan hacer una imagen lo más parecida posible a lo que nosotros vemos».

Explicó que hay que seguir unas pautas y utilizar un vocabulario y un ritmo adecuado para que visualicen en su interior lo que explica.

Esta experiencia no pudo ser más positiva para las personas que ayer participaron en la visita. Así lo aseguró Andrés Mayor Lorenzo, que es el presidente de la Asociación Retina Asturias, y el más veterano en estas visitas, ya que asistió a las tres primeras, «aunque sólo veo sombras». También participaron miembros de la Once.

«La audiodescripción de las obras de arte, según mi experiencia, es una actividad muy interesante que debería ampliarse en el tiempo y trasladarlo a lo que podrían ser visitas grabadas».

¿Por qué? «La audiodescripción nos permite a las personas con discapacidad visual acercarnos al arte de una forma más accesible, porque aunque estemos situados frente a un cuadro para nosotros éste no existe si no nos lo explican en la forma adecuada».

Andrés Mayor afirmó que este sistema los sitúa frente a los distintos planos que tiene el cuadro, los estilos de pintura y también en relación al artista y su época, algo que es fundamental para las personas que no ven.

«La audiodescripción nos sitúa también en las dimensiones del cuadro, para después profundizar en los distintos planos de la pintura y de los retablos con sus diferentes tablas. Resumiendo: es una manera diferente de ver y de acercarnos a las obras de una forma muy válida, aunque evidentemente no puede ser comparable a una persona que tiene vista».

El presidente de la Asociación Retina Asturias añadió que aunque aún tiene recuerdos de algunos cuadros concretos de la época en la que veía, éstos no alcanzan a todo lo que la guía les cuenta.

Algo que para los visitantes fue también muy importante es que les dejaron tocar algunas esculturas, eso sí con guantes, para intuir sus formas y perfiles, lo que no está permitido al resto de los visitantes.

«Esta experiencia es muy importante porque nos anima a seguir conociendo nuevos cuadros diferentes. La dirección del museo debería mantenerlas durante todo el año», concluyó.