Ch. N.

En una nueva vuelta de tuerca al largo proceso de «Villa Magdalena», el equipo de gobierno del PP anunció ayer, en un giro espectacular, que pedirá a los grupos de la oposición la protección integral del Campo San Francisco, todo el recinto del parque, la fauna, la flora y los elementos ornamentales y también de las calles que lo rodean (Uría, Toreno, Santa Cruz y Santa Susana) «para garantizar de modo permanente, y a quien tenga dudas desde siglas bien conocidas o desde otras de reciente creación, que el Campo San Francisco no se toca, ni se tocaba con el plan de Uría ni se va a tocar nunca más».

Quien así se expresa es el concejal de Urbanismo, Alberto Mortera, consciente de que esta modificación del Plan General de Ordenación Urbana para incluir el Campo en el catálogo de bienes protegidos del municipio de Oviedo responde a varios objetivos.

La nueva posición sobre el Campo llega tras el fracaso del convenio con Comamsa para realizar bajo esas calles un gran aparcamiento. Precisamente, uno de los argumentos para tumbarlo, desde los grupos de la oposición, era ése, «el Campo no se toca», y una de las herramientas solicitadas, en este caso por IU, es la de la declaración como BIC, una protección autonómica y no municipal como la que ahora se plantea.

Mortera admite que la pretensión del PP con esta propuesta es doble, una de orden práctico consistente en «garantizar la integridad del Campo para el futuro» y otra de «intención política» con la que el equipo de gobierno trata de sacarse la espina de la derrota del plan Uría-Los Álamos, una batalla, denuncia Mortera, «en la que se ha dado la mentira más significativa del océano de falsedades en que se mueve últimamente la política asturiana, la de que el proyecto del parking suponía destruir parcialmente el Campo San Francisco».

«A base de repetirlo, caló en la mente de muchos ovetenses, pero esa destrucción del Campo era y es falsa e innoble», zanja Mortera. «Y como el parking está descartado, queremos dejar de manifiesto desde el punto de vista jurídico lo que venimos haciendo desde hace veinte años, proteger el Campo, hacer que dejase de ser un lugar sombrío y peligroso por el que se desaconsejaba circular».

Tanto amor por el Campo lleva al PP ovetense a «sacralizar jurídicamente» esta protección con una figura que no es precisamente el bien de interés cultural que pedía IU. La catalogación como protección integral, sostiene Mortera, «es el mejor instrumento porque es el nuestro, el que nos corresponde a los ovetenses. Cuando se pedía la declaración de bien de interés cultural lo que se pedía era casi tanto como poner en manos del Ejecutivo del Principado el futuro del Campo San Francisco. Y eso no es lógico ni razonable».

Mortera asegura que la protección municipal del catálogo es, si cabe, mayor, puesto que permite proteger todos los detalles e incluirlos en la ficha, los referidos a los elementos históricos, pero también a las especies biológicas, y extenderlo a las calles adyacentes, pero sin afectar a los edificios para que los vecinos no se vean afectados por el celo de la norma de protección municipal.

De lograr poner en marcha esta medida, que al suponer una modificación del PGOU requiere ser aprobada con mayoría absoluta, el Campo San Francisco pasaría de tener cuatro elementos catalogados (como son en la actualidad el Escorialín, los restos de la portada de San Isidoro, el quiosco del Bombé y el transformador de la calle Toreno) a proteger sus 40.000 metros al completo y calles inmediatas. Sería el elemento protegido número 139 del catálogo de Oviedo y el primer ser vivo de esa lista.