Como en otras muchas ciudades, el cierre de las últimas salas de cine en el casco urbano ha hecho que toda la oferta cinematográfica se concentre en los multicines de los centros comerciales, centrados casi exclusivamente en programar superproducciones norteamericanas. Excepto en muy contadas ocasiones, gracias, sobre todo, a la labor de la Obra Social y Cultural de Cajastur, en nuestra ciudad es imposible ver cine independiente norteamericano, las películas europeas o del resto del mundo que triunfan en los grandes festivales internacionales, o incluso la cosecha española más arriesgada e independiente.

Esta situación, que es común a muchas otras ciudades de nuestro tamaño, se ha compensado en otros municipios con una oferta cinematográfica ofrecida por los propios ayuntamientos. Algo parecido a lo que hacía en los años ochenta y noventa la Fundación Municipal de Cultura de Oviedo con aquellos magníficos ciclos de cine clásico norteamericano y europeo en el teatro Campoamor. En nuestro entorno más cercano, en Avilés, Gijón o Langreo, semanalmente se programan películas que no han llegado a las salas comerciales. Estas dos últimas ciudades participan, además, en la red «El documental del mes», un circuito que exhibe documentales premiados en festivales. El coste por participar en esta red lo podemos adelantar, es de 3.700 euros por proyectar un total de once películas de estreno a lo largo de todo un año. Una cantidad fácilmente recuperable con una política de precios populares, una adecuada difusión y un poquito de ganas. Esta era una de las propuestas concretas y realizables planteadas la semana pasada por SOS Cultura, junto con replantear la campaña «Niños al cine» o la recuperación de los citados ciclos de la Fundación Municipal de Cultura.

Es decir, que no es un problema de dinero, como se nos está diciendo, sino de voluntad, de ganas y de considerar el apoyo a las artes como una de las tareas fundamentales de una Administración pública que aspire a construir una sociedad más culta y feliz.

En el ámbito económico, además, se pueden buscar fórmulas para reducir costes como la coordinación con otras ciudades de nuestro entorno. SOS Cultura no va a entrar en guerras localistas ni competiciones absurdas, creemos que los municipios asturianos podrían hacer mucho más en materia cultural coordinándose y trabajando en red. No se trata de que Oviedo, Gijón o Avilés aspiren todas ellas a tener la mejor programación de música clásica o de actos literarios, pero no se puede argumentar que para ver cine o teatro los ovetenses tengamos necesariamente que desplazarnos fuera de nuestra ciudad. En cultura existen unos mínimos que toda ciudad con más de 200.000 habitantes y capital de comunidad autónoma nunca debería renunciar a ofrecer. Con todo el respeto, creemos que en Oviedo, donde por no haber no hay ni Casa de Cultura ni una apuesta por la cultura de proximidad, deberían replantearse ciertas cosas.

El Ayuntamiento de Oviedo destina más de mil millones de las antiguas pesetas (más de seis millones de euros) a subvencionar únicamente dos manifestaciones artísticas: la zarzuela y la música sinfónica. Muy por detrás se sitúa la ópera, con 427.000 euros de aportación municipal, y después nos encontramos con un desierto cultural donde se han abandonado casi por completo otras expresiones, como el cine, el teatro o el arte contemporáneo. Desde su nacimiento S.O.S. Cultura ha criticado ese desequilibrio y reivindica una programación más variada y rica. Por eso las últimas palabras del concejal de Cultura, con quien aspiramos a tener una relación lo más cordial y constructiva posible, escudándose en la crisis para justificar el estado en el que se encuentra la programación cultural en nuestra ciudad no nos parecen acertadas. Este Ayuntamiento tiene, ante todo, una crisis de ideas. Reconocerlo es un primer paso para tratar de mejorar las cosas.