E. VÉLEZ

«Todos los vecinos han participado alguna vez, sean creyentes o no, en las actividades de la parroquia». Manuel Martínez Martínez es uno de los 14.000 habitantes de la Tenderina y forma parte del consejo económico de la iglesia del barrio, San Francisco Javier.

Desde la apertura del templo en 1962, el edificio de la avenida de Torrelavega se convirtió en el punto neurálgico de la vida en el barrio. «Aquí la gente siempre ha sentido la necesidad de tener un lugar de reunión. Antes de la construcción de la parroquia, los vecinos celebraban actividades en un garaje de esta calle que ahora se ha convertido en una tapicería», explica Martínez, para quien, «hoy en día los movimientos asociativos y solidarios de esta iglesia están creciendo».

El inmueble parroquial dispone de seis salas en la planta superior para la realización de diferentes actividades, además de la propia iglesia, que hace las veces de salón de actos. Por riguroso orden de calendario, una veintena de grupos ocupan las instalaciones. El consejo pastoral, la junta económica, la asamblea de catequistas, la pastoral de enfermos, la asociación belenista, la Hermandad de los Estudiantes y la asociación de amas de casa de la Tenderina son los usuarios habituales de los salones, que deben compartir con las reuniones semanales de Alcohólicos Anónimos, la Asociación de Drogodependientes y Cáritas Diocesana.

En palabras de la presidenta de la Asociación de Vecinos «San Javier», Sonia Rodríguez, «el hecho de que el 90 por ciento de las actividades culturales de nuestro barrio se hagan en la iglesia tiene que ver con la falta de equipamientos públicos. El centro social está saturado, y los chavales no tienen dónde ir. Así, cada vez más chicos acuden a la parroquia».

El movimiento juvenil más numeroso de la iglesia de la Tenderina es el llamado Amigos de San Javier. Se trata de un grupo de catequesis al que asiste una media de 60 niños entre 9 y 13 años para continuar su formación religiosa tras la comunión. «También se le conoce como el "conjunto de poscomunión". Lo imparten varios vecinos laicos del barrio y no tiene nada que ver con la confirmación. Desarrollan una actividad muy intensa, llena de juegos y excursiones, y hasta tienen un blog en internet», explica Martínez.

Los adultos también reciben clases de religión gracias a la labor del párroco de la iglesia, Alberto Reigada, quien, según sus feligreses, hace honor a la frase que se ha convertido en la seña de identidad de la iglesia de la Tenderina: «Somos parroquia, hacemos barrio». Para el voluntario Martínez, la intensa actividad del templo «está diseñada por los vecinos, y el párroco debe adaptarse a nuestras sugerencias. En cincuenta años han pasado muchos sacerdotes, y hasta el momento todos han sabido valorar el esfuerzo ciudadano. En la Tenderina el pueblo hace Iglesia». Entre los logros más valorados por los vecinos se encuentra la construcción anual del belén navideño, que obtuvo el primer premio de la Asociación Belenista de Oviedo en numerosas ocasiones. «Es una muestra evidente de la unión y solidaridad del barrio. Todas las figuras y construcciones del belén son artesanales, y se preparan a lo largo del año. Los materiales son reciclados, y participa todo el mundo en el montaje. Para que se haga una idea, hasta el pescadero nos da las cajas de poliespán para hacer las casas de los pastores».