J. N.

Marzio Conti ofreció una versión castiza -de tan empatado como está de la música española- de «La alborada del gracioso», de Ravel, con destacada intervención del fagot. «Tiento de primer tono y batalla imperial», de Halffter, digna de Strauss, se mostró como una obra riquísima -neoclásica, descriptiva, historicista, concreta...- y las fuentes y los pinos de Roma, vistos por Respighi, según Conti, lograron una suma de naturaleza y cultura tan eficaz como la adición de Oviedo Filarmonía y la OSPA. Como propina, el remate de «El pájaro de fuego», de Stravinsky.