Javier CUARTAS

Rafael Anes Álvarez de Castrillón, catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Oviedo, puso fin ayer a cuatro décadas de actividad docente con la reivindicación de la Historia económica como herramienta imprescindible para la ciencia económica y como instrumento sin el cual no es posible entender ni explicar el presente. Anes, docente, divulgador y creador de equipos e investigador -destacan sus aportaciones en historia bancaria, la emigración asturiana a ultramar y grandes figuras de la Ilustración regional, entre otras materias-, culminó su última lección académica como profesor en activo con una certeza: «Para explicar el presente no basta con conocer el pasado reciente y más próximo». E invocó a Cicerón para concluir con el pensador romano que quien desconoce lo que ha habido antes que él vive en una permanente infancia.

José Manuel Pérez-Prendes Muñoz-Arraco, catedrático jubilado de Historia del Derecho de la Universidad Complutense, mitad ovetense y mitad guipuzcoano, sostuvo que «un profesor como Anes no se jubila nunca» y que un investigador y «un creador de ciencia como él» no puede ser equiparado como un mero funcionario que ha de ser jubilado según la norma. «Estos atropellos no pueden ser justificados por la aplicación de la legalidad», sostuvo. A su juicio, toda la legislación universitaria del ministro Maravall en adelante «no sirve» y «hay que tirarla» porque la Universidad, proclamó, no puede prescindir de «un creador, un preceptor y un maestro como Anes y otros». «Esto no puede seguir así: prescindir de un hombre como Anes no es jubilación; es la mutilación de la Universidad con la débil y miserable excusa de la legalidad».

Manuel González, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Oviedo, expresó el deseo, pero también la voluntad y certeza, de que Anes siga impartiendo enseñanza y magisterio dentro y fuera de la institución académica, con independencia de su situación laboral. González destacó de Anes su «calidad humana», su elevado compromiso universitario (con una «participación sistemática» en la vida académica), su condición de «verdadero profesor y verdadero académico», pero también «investigador» y «enamorado de su trabajo». Y todo ello, dijo, «buscando siempre ideas nuevas», «deseando contarlas» y proponiéndose siempre transmitirlas «de forma amena y con gracia», todo lo cual, dijo, «hizo de él un gran profesor».