El que será el próximo alcalde de Oviedo, si una conjunción planetaria de Foro, PSOE e IU no lo impide, es un boy scout que ha crecido, política y personalmente, en la corte del rey indiscutible de la derecha asturiana, Gabino de Lorenzo. Ha estado a su lado muchos años, con los ojos y los oídos muy abiertos. Con empeño y pasión de boy scout -lo fue en su infancia y juventud- Agustín Iglesias Caunedo se forjó desde los 16 años, cuando ingresó en Nuevas Generaciones, como político conservador, una seña de identidad que le lleva a tener entre sus inspiradores a figuras como Henry Kissinger, Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Su pasión y su curiosidad por la política le llevaron, por ejemplo, a participar como voluntario en varias campañas electorales en EE UU, donde es miembro honorario del Partido Republicano de Hudson. Colaboró en la campaña de Jeb Bush en Florida, e incluso en la organización de un mitin republicano en Nueva Jersey.

Agustín Iglesias Caunedo nació en Oviedo un 10 de febrero de 1971, hijo de una profesora de Literatura que ejerce en Avilés y de un trabajador de Hidrocantábrico, que nunca estuvieron vinculados al ámbito político. El mayor de tres hijos -tiene dos hermanos- creció en Ciudad Naranco, en la calle Ricardo Montes, y estudió en las escuelas de San Pedro de los Arcos, de donde pasó al colegio Parque Infantil. El Bachillerato lo hizo en el Loyola, donde estudiaba cuando, tras ir a un mitin de Manuel Fraga en Gijón, se afilió a Nuevas Generaciones. Ahí se encontró en su elemento: sólo dos años más tarde, recién cumplida la mayoría de edad, fue nombrado presidente de Nuevas Generaciones en Oviedo y secretario general de la misma organización en Asturias. Ese año tuvo su primer contacto con De Lorenzo, en una comida en La Gruta, a la que asistió también Fraga.

De los cargos en el partido pronto pasó a ostentar cargos públicos. Fue por primera vez concejal en 1991. Participó, pues, en el despegue del gabinismo como un joven político de sólo 20 años que, sin embargo, bregó con actuaciones conflictivas, como la privatización del mercado del Fontán. También fue uno de los artífices del despliegue de la red de centros sociales: cuenta que uno de sus momentos políticos y personales más gratos fue la inauguración del centro social del Naranco, a pocos metros de donde había consumido, en su infancia, tanto fútbol callejero.

A la vez que desarrollaba su intensa vida en el Ayuntamiento comenzó a estudiar en la Universidad de Oviedo, en la Facultad de Derecho. Enredado en la política asturiana -en 1995 pasó a ser diputado en la Junta, donde vivió la ruptura con Marqués y el paso del PP a la oposición, aquel famoso «mejor partido sin gobierno que gobierno sin partido»- no acabó la carrera, un «talón de Aquiles» que cada poco le sacan a relucir y al que espera poner remedio pronto: está concluyendo, en la actualidad, Derecho y estudia también Ciencias Políticas. Confía en acabar este mandato con las dos licenciaturas, aunque no es un reto fácil: el anuncio del nombramiento de Gabino de Lorenzo como delegado del Gobierno en Asturias y su más que posible llegada a la Alcaldía ovetense le ha pillado en plenos exámenes.

Con De Lorenzo -a cuyo equipo volvió en 2003, tras un paréntesis en el que trabajó como director de una mutua, a la que sigue vinculado en excedencia- ha ostentado numerosos cargos de responsabilidad, como concejal de Economía, de Seguridad Ciudadana, o de casi todo.