Pablo GONZÁLEZ

«Nunca pensé que podíamos llegar a algo así. Las había que no sabían lo que era un freno y ahora participan en el desafío Valgrande-Pajares». Quien habla es la montañera Rosa Fernández (Parada la Vieja, Cangas del Narcea, 23 de febrero de 1960). Y lo hace sobre algunas de las mujeres que hace un año respondieron a su llamada para formar parte del equipo de bicicleta de montaña y cicloturismo que fundó junto a dos amigas y bautizó «Una a Una». «En la presentación éramos muy pocos, once o doce», rememoraba ayer Fernández.

Doce meses después, el equipo cuenta con 56 mujeres procedentes de casi todos los lugares del Principado (Oviedo, Gijón, Avilés, Cuencas, Cangas del Narcea, Somiedo...). Con motivo del primer aniversario de la fundación del equipo, Rosa Fernández y sus pupilas se reunieron ayer en Oviedo para ascender las rampas del Naranco y bajarlo «caleyando» por los pueblos. «Les gusta, da igual que llueva o nieve», destacaba Fernández, para abundar: «Muchas de ellas no habían imaginado en su vida llegar a casa llenas de barro». En la génesis del equipo se encuentra el susto que a esta experta montañera le dio la vida en forma de cáncer de mama. Precisamente otro mes de febrero, en este caso en el año 2009, Fernández pasó por el quirófano para que le extirparan un tumor de mama maligno. Tras el quirófano llegó el tratamiento de radioterapia. Pero aún así Fernández quería seguir haciendo deporte y pensó en «algo más suave». La bicicleta fue una de sus salidas. Tiempo después surgió la idea del equipo durante una excursión en bicicleta con un par de amigas por el Camino de Santiago.

Desde el entonces, el equipo ha participado en varias pruebas de bicicleta de montaña y todos los fines de semana realizan salidas. Incluso han subido puertos de la dureza del Angrilu o la Farrapona. «Alguna no se veía capaz, pero demostraron que lo podían subir», resaltaba Fernández. Y la montañera mantiene la bicicleta como un «plato» obligado en su menú semanal de entrenamientos: Bici cuatro días a la semana, con sesiones que van de una hora y cuarto a cuatro horas; de lunes a viernes dos horas diarias de gimnasio, y montaña dos días a la semana». El resultado está ahí: seis «ochomiles». Una marca que sólo supera Edurne Pasaban.

Pero al igual que la montaña, Fernández no se plantea la bicicleta como un reto que consista sólo en batir marcas. Y así lo reconoce una de las integrantes del equipo. «La base del buen ambiente que hay dentro del grupo es que no competimos entre nosotras», aseveraba la gijonesa Maite Eiroa. Junto a la burgalesa Mariví Sáenz, afincada en Oviedo desde hace 22 años, aplaude la iniciativa puesta en marca por la alpinista. «En mi caso», contaba Sáenz, «fue una alegría porque siempre estaba buscando gente con la que salir, así que cuando me enteré de que Rosa iba a montar un equipo no me lo pensé ni un minuto». Y es que salir a pedalear solo «es aburrido, pero sobre todo peligroso», añadía en referencia a una posible caída por caminos poco transitados por los que suelen moverse los aficionados a la bicicleta de montaña.

Tanto Sáenz como Eiroa destacaron que el corazón del equipo es la propia Rosa Fernández. «Rosa es carisma, puro ánimo», coinciden en comentar. «Es capaz de convencerte de que puedes y los acabas haciendo. Su presencia es fundamental», subrayaba Eiroa ante el asentimiento de su compañera. «Llegas a casa convencida de que eres capaz de hacer una etapa del Tour de Francia», sentencian estas chicas del pedal en el primer aniversario de su equipo.