Pablo GONZÁLEZ

«El descenso de expulsión de CO2 a la atmósfera sólo se ha notado con la recesión de 2008, cuando bajó el consumo energético». Éste es uno de los datos aportados ayer por Juan Carlos Abanades García, investigador del CSIC en el Instituto Nacional de Carbón (Incar) y responsable del grupo de captura de CO2, durante la conferencia «Carbón sin CO2» que ofreció en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. La charla fue organizada en colaboración con Tribuna Ciudadana.

Abanades, que fue definido por Jesús Pajares, ex director del Incar, como «uno de los científicos europeos que mejor conoce el tema del carbón», expuso las bondades para el clima y la economía del desarrollo a gran escala de la tecnología para la captura y el almacenamiento del CO2. Por un lado, Abanades alertó de los peligros que encierra el cambio climático basándose en el «gran consenso que existe entre los expertos» de este campo. «Se percibe que algo está pasando», avisó.

El científico explicó que ante las cifras que se manejan parece muy complicado que las intenciones de los principales gobiernos occidentales de reducir en los próximos años las emisiones de CO2 puedan cumplirse si no se opta por soluciones como la captura de este gas. «No se va a poder alcanzar la reducción de emisiones si no se produce la captura y el almacenamiento de CO2», comentó. De fondo, los intereses económicos de las grandes compañías relacionadas con los combustibles fósiles. Para sustentar sus afirmaciones dio a conocer datos como que la concentración de CO2 en la atmósfera terrestre «se ha disparado en los últimos años» cuando estos niveles se habían mantenido estables durante 10.000 años. «Y si hay más CO2 es que algo estamos quemando», dijo en referencia al uso excesivo de energías como el petróleo, el carbón o el gas natural. Abanades dio otro dato: a cada español le corresponden 10.000 kilogramos anuales de CO2. Abanades defendió el mantenimiento del carbón como una de las principales fuentes de energía debido a que las reservas mundiales «están muy repartidas» y que el precio de la tonelada se ha mantenido «estable y razonable» en los últimos años. Ante esto el científico aseguró que «la elección real no es qué hacer con todo el carbón que hay en el mundo, sino si se deja escapar el CO2 a la atmósfera o se atrapa». Abanades defendió que el coste de la energía tras poner en marcha las inversiones para la captura de CO2 «sólo supondría un aumento en el recibo de la luz de tres céntimos»

De una forma muy didáctica, el conferenciante explicó que la captura y el almacenamiento de CO2 «no es una idea nada descabellada» y desgranó el procedimiento. Básicamente éste consiste en extraer de los humos que se producen en las centrales que generan energía con carbón el CO2 y aprovechar que éste se convierte en líquido con una alta presión. El líquido resultante se inyectaría al subsuelo.

Pero no es la única posibilidad. Aseguró que ya existen plantas que realizan este proceso y puso como ejemplo una que existe en Malasia que captura CO2 para luego venderlo a la industria agroalimentaria. «La tecnología se ha desarrollado hace décadas», señaló. El CO2 recuperado también es utilizado por industrias petrolíferas, según este científico, para «extraer mejor el petróleo ya que tiene capacidad para limpiar mejor la roca».

Precisamente los yacimientos de gas y de petróleo agotados servirían para almacenar todo el CO2 que no pudiera ser reutilizado, o también en acuíferos salinos. «En España los hay», dijo. Al tiempo, lamentó que España haya perdido el tren del desarrollo de las tecnologías para la captura de este gas: «Son tecnologías en las que no pintamos nada».