Elena FERNÁNDEZ-PELLO

Dice la abadesa de San Pelayo que las monjas que forman parte de su comunidad son «mujeres en diálogo con nuestra sociedad, a la que sentimos que pertenecemos y con la que queremos colaborar» y sostiene que, del mismo modo que hace años se hablaba de que era «necesario orar con el periódico, hoy diríamos que hay que orar navegando en internet». Rosario del Camino Fernández-Miranda, nacida en Oviedo hace 44 años y desde hace uno al frente del milenario monasterio benedictino, fue la invitada del Día de la Mujer en la tertulia «L'Alderique». A sus miembros les habló ayer de los valores de la vida monástica, de la situación de las comunidades religiosas y de sus proyectos más inmediatos.

La periodista de LA NUEVA ESPAÑA Pilar Rubiera presentó a la abadesa como «una mujer contemporánea» y también «alegre, brillante y generosa» y, tras unos breves apuntes biográficos y de esbozar cómo discurrió su camino hacia la fe, aprovechó para plantear una cuestión controvertida: «¿Cuándo entrarán las mujeres en los órganos de dirección de la Iglesia?». La pregunta quedó en el aire y la abadesa tomó entonces la palabra para explicar las diferencias conceptuales entre clausura, vida contemplativa y monástica. Más adelante descendería a asuntos como las vocaciones y los monasterios. «En España vivimos un tiempo de pobreza, pues la regla es el envejecimiento y el empobrecimiento», indicó y reconoció que «se echa de menos el relevo generacional». Dio incluso algunos datos: en el año 2002 existían en todo el mundo 3.600 monasterios femeninos, 911 -la cuarta parte- estaban en España; en una década se han cerrado 74 y en la actualidad hay 38 masculinos y 837 femeninos. Fernández-Miranda habló también del «florecimiento» de movimientos como «Iesu Comunio», en Lerma, y algunos conventos carmelitas.

También en el convento se nota la crisis, reconoció sor Rosario del Camino y por eso la comunidad sabe de que, como ya ocurrió en el pasado, podría surgir la necesidad de cambiar de actividad. La abadesa subrayó que la comunidad vive de su propio trabajo, fundamentalmente el taller de restauración de documentos, sin más ingresos que los que consigue con su actividad.

Varios contertulios, una vez iniciado el debate, manifestaron interés por conocer la opinión de la abadesa sobre la incorporación de la mujer al mundo laboral y la equiparación de derechos con el hombre. Fernández-Miranda se mostró a favor de esos «avances» y puntualizó que «más que igualdad me gusta el término paridad». Dejó bien clara su opinión sobre el asunto con su respuesta a uno de los invitados, a quien «reina del hogar», según dijo, le parece uno de los mayores elogios dirigidos a una mujer. La abadesa planteó a cuántos hombres les gustaría ser considerados «reyes del hogar» y añadió que supone que muchas mujeres dirían: «No me llames reina del hogar y me tengas como una esclava».

La expectación generada por la presencia de la abadesa en la tertulia de «L'Alderique» trascendió a los convocados y muchas personas se congregaron a las puertas del hotel Regente, donde sus miembros se reúnen a conversar y cenar privadamente, pensando que podrían asistir al encuentro.