Los gorriones enredan en el carillón de Cajastur, que toca nuestro himno y lo destoca, pone la flor en el balcón y la deja de poner. Uría huele a toda la miel del Escamplero. En el Bombé brotan Caperucitas, y el Lobo se escurre por las cloacas de la Diputación. La brisa, en Palacio Valdés, menea las faldas plisadas de los escaparates, y el propio Armando sale al encuentro de sus esposas, Luisa y Manuela. Brotan uñas carmesí en las sandalias de las mozas. Por las grietas de los edificios del Rosal estiran el pescuezo las lagartijas. En el Carlos Tartiere, donde las áreas, florecen tréboles de cuatro pétalos. Clarea el Gafo y hierven en su cauce ninfas y angulas al ajillo. La fuente del Sapo, en Fitoria, refleja un príncipe de ojos saltones. Una urraca se posa en mi balcón, trae nieve del Escobín, de Olloniego, y en el pico acciones del Banco Herrero... ¡Afilador y Primaveraaaa!