Ch. N.

«Mamá, no quiero verte ni hablarte, hoy no eres mi madre». La frase, pronunciada por el joven A. E. P., fue profética. Iba a haber tormenta en la Sala número 2 de lo Penal de Oviedo. La madre no iba a hacer caso y el juicio por un doble atropello en 2006, que había sido anulado con anterioridad también por culpa de la progenitora, iba a celebrarse entre gritos y fuertes tensiones. La madre del joven acusado, visiblemente alterada, interrumpió varias veces en la vista porque la juez no le dejaba estar presente. Finalmente, la magistrada mandó buscar las llaves de la Sala para cerrarse por dentro y evitar más molestias. Fuera, ella seguía gritando y protestando. Y al término de la vista, el hijo salió por la puerta de atrás y la madre por la de delante.

Los hechos que se juzgaban sucedieron el 21 de diciembre de 2006, cuando A. E. P., vecino de Oviedo, arrolló a M. A. P. y O. O. A. cuando la pareja cruzaba la calzada por el paso de peatones en la calle Atenas, cerca del centro comercial Los Prados, en la intersección con la calle Amsterdam.

El joven conducía un Citroën ZX que era propiedad de su madre, M. E. P. G., que le había autorizado para utilizar el vehículo, y dio positivo en el control de alcoholemia: 0,78 y 9,75 en las dos pruebas practicadas dos horas después del atropello.

Consecuencia del siniestro y de las lesiones múltiples recibidas, uno de los atropellados estuvo 978 días de baja y quedó incapacitado para su trabajo como palista.

La primera vez que se trató de celebrar este juicio, las partes habían llegado a un acuerdo por el que se calificaban los hechos como falta de imprudencia con pago de indemnizaciones, retirada de carné por un año y multa. En aquel juicio, la madre, responsable civil subsidiaria, aseguró que el abogado de su hijo no la representaba, exigió uno de oficio y logró la anulación de aquel proceso.

Ayer, al repetirse el juicio, el abogado de la madre solicitó que la mujer estuviera presente, pero la magistrada lo rechazó, justificando que la presencia de su abogado y procurador era suficiente. Esta decisión desató la ira de la progenitora, que cada vez que se llamaba a un testigo irrumpía en la Sala al grito de «¡Estafa!» y «¡anulo a mi abogado!». La situación obligó a cerrar con llave la Sala e incluso intervinieron agentes de seguridad que esperaban como testigos en otros casos. El personal de seguridad del Juzgado tuvo, finalmente, que conducir a la madre al exterior. Su abogado pedirá la nulidad al no habérsele permitido estar presente en la vista, en la que se pidió pena de 6 meses de prisión y se incrementó la indemnización en 50.000 euros, hasta más de 200.000 euros.