Propietario de Casa Conrado y La Goleta, y medalla de oro de Hostelería de Asturias

Ángel FIDALGO

Marcelo Conrado Antón cumple cincuenta años como hostelero. Además, el próximo martes Hostelería de Asturias le entregará su máximo galardón, la medalla de oro de la asociación, como merecido premio a su trayectoria. La tenía que haber recogido el año pasado, por estas fechas, pero un aneurisma cerebral, del que se recupera estupendamente, sobre todo gracias al entusiasmo y tesón del que hizo gala a lo largo de toda su vida, lo retrasó un año.

-Recibirá el mayor galardón que concede Hostelería de Asturias.

-Y les estoy enormemente agradecido. En la hostelería empecé con 16 años, siguiendo la tradición familiar, y ahora llegó la hora de ceder el testigo a mis hijos, Laura y Javier, que además llevan mejor que yo La Goleta y Casa Conrado. Estoy muy orgulloso de ellos.

-Y además se recupera perfectamente de la enfermedad.

-Fue algo que llegó de forma inesperada y como tal la tuve que afrontar con entereza y decisión. Gracias al apoyo y al ánimo de mi familia estoy saliendo adelante. Los ejercicios de rehabilitación son ahora mi trabajo más importante, y los hago con ilusión, como hice todo en la vida, porque yo no soy de los que se quedan quietos.

-Méritos no le faltan para ser merecedor de este premio.

-Yo no soy la persona más indicada para decir esto. Toda mi vida me limité a trabajar mucho y con ilusión, porque en mi familia la hostelería la llevamos en la sangre. Todo empezó con uno de mis abuelos en Cuba, y después mis padres en Oviedo, con mi madre, Jesusa, en los fogones. Regentaron primero el Auto-Bar, en la calle Melquíades Álvarez; después pasaron al restaurante Cervantes, en la calle Jovellanos, pasando por Medina de Rioseco, con el bar Asturias, y Madrid, con O Peixeiro. Fruto de su buen hacer son ahora Casa Conrado y La Goleta. Nada menos que cuatro generaciones.

-Y pese a estar aún convaleciente acudirá a recoger la medalla.

-El martes estaremos toda la familia; los representantes de la tercera y la cuarta generaciones. Es lo menos que podemos hacer por el detalle que tuvo la asociación al acordarse de mí, uno de los viejos rockeros. No lo puedo negar; sí, estoy muy ilusionado.

-¿Ya pensó lo que va a decir a sus compañeros?

-Todavía no, pero tengo tiempo para hacer el guión o una carta, que incluso pueden leerla algunos de mis hijos; ya veremos.

-Será un momento muy emotivo.

-Uno de los mayores de los que tuve a lo largo de mi vida, y ya tengo 66 años. Toda una vida dedicada a la hostelería en distintos negocios y trabajando mucho para sacarlos adelante. Fue lo que me enseñaron mis padres y lo que yo inculqué a mis hijos.

-Que ahora tienen la responsabilidad de estar al frente de dos buques insignia de la hostelería ovetense: Casa Conrado y La Goleta.

-Todo lo que hagamos por los clientes, que muchos son amigos, es poco. Tuve la suerte de que tanto Laura como Javier quisieran tomarme el relevo y estoy muy orgulloso de ellos.

-¿A quién dedicará el premio?

-A los que más lo merecen; a mi familia, incluidos los antecesores, que nunca olvido, pero también a los clientes, que tienen mucho que ver en este premio.

-¿Cuál piensa que es su aportación más importante a la gastronomía ovetense?

-Siempre apostamos por la calidad en los fogones, basándola en lo mejor de nuestra cocina tradicional, por los mejores productos de temporada y por la atención al cliente, que es al que nos debemos.

-Su apuesta fue firme por la gastronomía tradicional cuando aparecían otras tendencias muy novedosas en la cocina.

-Y el tiempo terminó por darme la razón. Como llevábamos tantos años en la hostelería, teníamos claro lo que queríamos, sabíamos los gustos de nuestros clientes y también que las modas son pasajeras.

-¿Volvería a ser hostelero?

-No me imagino haciendo otra cosa y me dio muchas satisfacciones. Además, siempre tuve mucha suerte con los trabajadores.