E. V.

Una perra de raza grifón murió ayer presuntamente electrocutada en la calle, a la altura del número 34 de la calle Hermanos Pidal, cuando su dueña entraba en un local de alimentación.

En torno a las cinco menos diez de la tarde, la mujer paseaba a su mascota con un amigo y decidió comprar algo en un local de comida típica rumana. En ese momento, el perro cayó fulminado ante el estupor de la mujer y su acompañante, que trató de reanimar al animal sin éxito. «Ella sintió un calambrazo y cuando se dio cuenta, la perrina estaba muerta», explicaba a duras penas el amigo de la mujer, que permanecía sentada en estado de shock en las escaleras del portal anexo minutos después del suceso.

Los dueños del negocio, una pareja joven, apenas daban crédito a lo que acababa de ocurrir, y rechazaron que el origen de la corriente estuviese en la puerta metálica de su establecimiento. «No hay ningún sistema eléctrico ni en el marco, ni en la propia puerta. Sólo está la alarma de seguridad en la pared. No entendemos nada. Ha sido horrible», señaló el chico.

El cuerpo del animal fue trasladado al interior de un portal cercano y los testigos llamaron a la Policía Local. Los agentes reclamaron también los servicios de una ambulancia medicalizada para atender a la dueña del animal, ante la crisis de ansiedad que presentaba.

Los agentes precintaron la zona para evitar nuevas descargas y garantizar la seguridad de los peatones y trataron de averiguar si el origen del accidente estaba en la instalación de la tienda de alimentación o en unas tapas de registro ubicadas a los pies de la entrada del negocio. Ante la sospecha de que las tapas fuesen el acceso a un centro de transformación eléctrica, la Policía Local se puso en contacto con Hidroeléctrica de Cantábrico.

Varias horas más tarde, y siempre según la Policía Local, un equipo técnico de HC revisó la zona y, en concreto, el interior de las chapas metálicas de la calle y la puerta de la tienda. Este periódico trató de conocer el resultado de la revisión, pero HC no facilitó información al respecto. Sin embargo, tras la intervención de los técnicos de la compañía eléctrica, el precinto policial que impedía transitar por la calle fue retirado.

Las extrañas circunstancias del suceso congregaron a multitud de personas en Hermanos Pidal. Algunos testigos del suceso aseguraron que el perro murió instantáneamente, mientras otros señalaron que aún respiraba cuando lo trasladaron al interior del portal de un edificio de viviendas.

La noticia corrió como la pólvora por los establecimientos de Hermanos Pidal. Gran parte de los vecinos apuntaron la posibilidad de que la suma de varios factores, electricidad, metal, lluvia y el propio perro hubiesen sido determinantes para la descarga. En ese caso, el cuerpo de animal hubiese servido como un conductor de la electricidad. Si bien un humano es capaz de aguantar un calambrazo, los animales de tamaño medio, como los perros o los gatos, son más sensibles y el desenlace, como en este caso, puede ser fatal.