E. VÉLEZ

Talento, pasión y juventud se dieron cita ayer en el auditorio Príncipe Felipe durante el concierto de clausura del XI Curso «La voz en la música de cámara» organizado por la asociación cultural «La Castalia». La velada sirvió para rendir homenaje a LA NUEVA ESPAÑA por «su apoyo incondicional a la música y la cultura», tal y como explicó la soprano y directora artística del curso, Begoña García-Tamargo, al comienzo del acto.

Ante un numeroso público que llenó la sala de cámara del Auditorio, el presidente de «La Castalia», Santiago Ruiz de la Peña, hizo entrega a la directora de este diario, Ángeles Rivero, de una placa conmemorativa del evento. Para los miembros de la asociación cultural, la labor del periódico ha servido para divulgar y potenciar numerosos ciclos de conciertos y de espectáculos líricos, además de reconocer el trabajo de artistas consagrados y músicos emergentes. García-Tamargo expresó su gratitud a la larga nómina «de profesionales del periódico que hacen posible la promoción de la música», con especial atención al director general de LA NUEVA ESPAÑA y consejero delegado de Editorial Prensa Ibérica, EPI (grupo al que pertenece este diario), José Manuel Vaquero; los anteriores directores, Melchor Fernández Díaz e Isidoro Nicieza, y al consejero de EPI, Guillermo García-Alcalde.

Rivero, que agradeció el reconocimiento, señaló que «llega en un momento especial porque el periódico celebra su 75.º aniversario» y destacó que «nuestra obligación es alentar, impulsar y difundir la cultura musical de esta ciudad».

El programa del concierto dio fe de la alta calidad del curso de voz y música de cámara de «La Castalia». Una de las grandes sorpresas y promesas de la gala fue el pequeño Santiago Ruiz de la Peña, que con sólo 13 años salió dos veces al escenario para interpretar una sonata de Haydn al piano y una pieza de Corelli con violonchelo junto a la también joven pianista Nora Suárez.

El trabajo del director Aarón Zapico en la «Cantata 56» de Bach entusiasmó al público. Vanessa del Riego desplegó toda su fuerza vocal e interpretativa en la «Scena di Berenice» de Haydn, bajo la batuta de Rubén Díaz. Al final, el estreno del «Canto a Oviedo», con letra de Carlos Fernández y música de Ruiz de la Peña, dejó un sabor tan dulce que los músicos lo tocaron dos veces. Oviedo es música.