Bueño (Ribera de Arriba),

Lorena VALDÉS

En la Zarzuela el pote se cocina estos días con hortaliza y embutido de Bueño. La Princesa Letizia aprovechó su reciente visita a la localidad del concejo de Ribera de Arriba con motivo de la entrega del premio «Pueblo ejemplar» para pedir con toda naturalidad a una vecina, Anita Fernández, hortaliza de su huerta para preparar uno de sus platos favoritos en palacio. En la bolsa que se llevó a Madrid tampoco faltaron dos buenas ristras de chorizos y morcillas de gochu casero para entrar en calor este otoño.

Todo surgió a partir de una conversación, propia de dos amigas, entre la mujer y la futura reina de España sobre cocina bajo uno de los populares hórreos de la localidad. «Le estábamos mostrando una cesta con productos autóctonos y a doña Letizia le llamó la atención la harina. "¡Qué bien, para hacer las fariñes!", nos dijo, a lo que yo no pude contenerme, a pesar de que me habían avisado de que había que cumplir con el protocolo y no hablar mucho con ellos, y le pregunté: "¿Pero tiene quién se las haga?". "Las hago yo, ¿entonces de dónde cree que vengo? ", me respondió rotunda la Princesa de Asturias».

La espontaneidad de Letizia dejó sin habla a Anita y a todos los miembros de la Asociación Cultural de Bueño, promotora de la candidatura al premio «Pueblo ejemplar», que se encontraban en ese momento junto a los Príncipes. Pero la charla no terminó ahí. Llegó el turno de alabar la hortaliza de Bueño, en particular unas enormes calabazas que se encontraron a su paso, y la Princesa de Asturias no dudó en preguntarle a la vecina si podría darle unas berzas si su huerta no estaba demasiado lejos para preparar un buen pote, «porque me encanta».

«En ese momento el Príncipe don Felipe intervino en la conversación y bromeó con ella diciéndole que allá donde iba siempre estaba pidiendo», relata Anita, que sin pensárselo dos veces corrió a su casa para hacerse con las berzas más reales de la huerta de Bueño y satisfacer el deseo de la Princesa, que a pesar de su esbelta figura tiene fama entre quienes la conocen bien de buena comedora y de gustarle los platos de cuchara.

«Corté las mejores hortalizas que encontré y después fui al congelador de casa donde guardamos el embutido para buscar dos ristras de chorizo y otras dos de morcilla curiosas para que llevara el compango de casa, como éste es imposible comprarlo en Madrid y con otro no sale bien el pote por muy buenas que sean las berzas», explica la mujer.

Buscar las mejores materias primas para la Princesa le llevó su tiempo a Anita, que a punto estuvo de perder el último autobús con destino al polideportivo donde se celebró la comida para celebrar el galardón tras el recorrido de la comitiva real por Bueño, el pueblo que cuenta con más hórreos y paneras de Asturias, medio centenar aproximadamente y muy bien conservados. «Tenía mucho miedo que no me dejasen entrar con la bolsa, porque la seguridad que llevan los Príncipes con ellos es tremenda, pero no tuve ningún problema y en seguida di con una persona que me explicó que tenía que entregarle el paquete a uno de sus compañeros que no llevase pinganillo; así lo hice y luego ya pude comer tranquila», confiesa la vecina de Bueño, miembro de la junta directiva de la Asociación Cultural del pueblo, que organiza numerosas actividades culturales y lúdicas a lo largo del año.

Además de los ingredientes del pote para llevar a la Zarzuela, Anita Fernández también se ocupó de preparar, en este caso con unas semanas de antelación, dos diarios forrados en piel y con un adorno de bolillos, que le entregaron a los Príncipes para sus hijas, Leonor y Sofía. «Les encantaron. Son majísimos, y lo mejor, supersencillos. Yo me alegré hasta de que el día que vinieron lloviese porque así si alguien les pitaba no se hubiese oído. No se lo merecen, alguien nos tiene que representar», afirma la mujer, monárquica confesa.

Anita se siente una privilegiada por poder haber tratado con los Príncipes de Asturias «de tú a tú», pero aún tiene otro deseo que le gustaría cumplir con Letizia y Felipe como protagonistas: «Me encantaría que volviesen pronto otro día a Bueño, pero de visita privada a poder ser con las niñas, sin tanta parafernalia como el día de la entrega del premio, y que recorriesen tranquilamente el paseo de los hórreos y para terminar comiesen un pote que les preparase yo en mi casa. Les iba a saber a gloria».