Directora de escena

J. N.

La directora de escena ovetense Susana Gómez se encarga de «Turandot», de Puccini, tercer título de la LXV Temporada de Ópera del Campoamor, que se ofrecerá en primera función el próximo día 15.

-¿Cómo plantea la escena?

-Desde un punto de vista conceptual, la veo como la fábula de la princesa, de Turandot, que pone a prueba a un hombre que es capaz de enfrentarse a la muerte con tal de lograr su amor. Y también responde al reto de un artista, de Puccini, que al ponerse a escribir esta obra se ve sorprendido por la enfermedad y, al final, por la muerte. Hay un paralelismo entre el paso al otro lado, a los enigmas que presenta la esfinge al héroe, y ver a Puccini intentando terminar su obra, contemplando que el tiempo se le acaba. El destino de Puccini y de su última ópera corren de forma paralela.

-¿Y el relato?

-Escénicamente lo planteo a partir del propio teatro. Hemos aprovechado elementos de ocho producciones que ya teníamos y que funcionan juntas. Hay que evitar que parezca un pastiche. Conseguimos ensamblar los elementos de una forma armónica.

-«Turandot» es muy compleja.

-Hay una línea de gran ópera romántica italiana y otra, en una tradición más teatral, propia de la comedia del arte, a partir de las tres máscaras, que tienen su gran momento en el comienzo del segundo acto. Tenemos las grandes escenas de masas, los grandes coros. Y si cierras los ojos, la música es de película o de musical contemporáneo. Puccini no termina la ópera y aun así hace una síntesis sabia y eficaz de estilos y modelos de la tradición musical y hasta de su mismo momento.

-Semiescenificada...

-La verdad es que tiene bastante movimiento escénico y elementos en juego. «Norma», que pusimos así el año pasado, se puede hacer de una forma estática y eficaz, pero en «Turandot» hay escenas muy diversas, de ahí el collage de estilos y de colores distintos. Contamos con un sistema rotatorio, que viene de una producción de «El barbero de Sevilla», que nos ayuda a contar la historia de manera que mientras se desarrolla una escena en primer término por detrás se prepara otra. Responde a la visión de Puccini y a su estilo de música enlazada.

-¿Cómo ha sido su año profesionalmente?

-Me ha tocado cruzar el charco dos veces. Dirigí «Don Giovanni» en Lima y trabajé como asistente en la «Lulú» que se hizo en el teatro de Manaos, en la selva. Se construyó en la época del auge del caucho, en plena Amazonia. A finales del XIX. Es maravilloso. La ciudad es latinoamericana, con su caos, y tiene un teatro a la europea, una bombonera digna de ver. Hicimos, decía, «Lulú»...

-¿Fue bien aceptada?

-Allí están muy acostumbrados a escuchar ópera. Entró muy bien nuestro espectáculo. Los habitantes ven la temporada como algo propio y hay largas colas para adquirir las entradas. Tras años de temas fáciles se lanzaron a una «Lulú» y tuvo un éxito importante. Dirigí también un espectáculo con el sexteto de Luis Delgado, especializado en música antigua y andalusí. Tiene un museo de instrumentos. Hicimos un espectáculo sobre la música de las tres culturas, cristiana, musulmana y judía.

-¿La crisis aprieta o ahoga?

-Después de años de una dependencia tan grande del mundo político y sin una ley de mecenazgo para financiar la cultura por vías privadas, todo está muy ahogado. Con la crisis financiera y sin alternativas, el mundo cultural está obligado a replantearse todos los modelos. Las empresas que patrocinan necesitan beneficios por su aportación al mundo de la cultura. En España se protegen, y en cierta medida lo comprendo, cosas como el fútbol o los toros, pero no la música, la ópera ni el teatro, que están siendo muy maltratados con el aumento del IVA, que supone prácticamente el ahogamiento de esas actividades.

«Este último año he dirigido "Don Giovanni" en Lima y, como asistente, "Lulú" en Manaos»

«Las empresas que patrocinan necesitan beneficios por su aportación al mundo de la cultura»