Mezzosoprano, actúa mañana en el ciclo «Oviedo barroco»

Javier NEIRA

La mezzosoprano italiana Anna Bonitatibus, una primera figura mundial, ofrecerá hoy, domingo, en el auditorio Príncipe Felipe, a las siete de la tarde, un recital con obras de Rossini, acompañada al piano por Marco Marzocchi. El concierto cerrará el ciclo «Oviedo barroco». Asimismo, el próximo día 16 será la estrella de la ópera «Agrippina», de Haendel, cuarto título de la LXV Temporada de Ópera del Campoamor.

-Usted es una especialista en Rossini.

-Mi gran amor musical siempre será Rossini por muchas razones. Es más, creo que no tiene el reconocimiento que merece, se conocen el «Barbero» y otras óperas bufas, pero no mucho más allá. Es un objetivo para mí trabajar en Rossini y que se sepa de su magnífica calidad. Es extraordinario y se adelantó a su tiempo. En «Guillermo Tell», que es de 1829, hay cosas que vemos 50 años después en Wagner.

-Eclipsó incluso a Beethoven.

-Bueno, se encontraron y se conocieron en Viena, aunque algunos biógrafos dicen que no fue así. Beethoven tenía dificultades económicas y Rossini lo intentó ayudar. Por otra parte, es cierto que Wagner conoció a Rossini. Cuando hizo la traducción de «Tannhäuser» quiso verlo y lo recibió. Veinte años después se escribió un libro relatando ese gran encuentro de los dos pilares de la música alemana e italiana.

-Cambio de tercio, ¿le gusta el papel de mala, el papel de Agrippina?

-Es muy interesante. Gracias a Dios no soy así en la vida real. Buena cosa también para mi familia y mis afectos. Es interesante destacar que la música sugiere variaciones de la personalidad de Agrippina porque no era sólo una mala persona. Me documenté, aunque no fue fácil. Hasta la mitad del pasado siglo hubo una documentación importante que se perdió. En todo caso, la documentación disponible sugiere que no era tan mala como la presenta Tácito. Quizá en realidad hizo cosas buenas.

-¿Tener un hijo como Nerón?

-Me empeñé en encontrar una cosa buena de Agrippina y la encontré. Y es que todo lo que hace no es para ella misma, sino para su hijo. Usando, claro, sus discutibles poder y recursos.

-¿Se refleja eso en la ópera?

-Sí, se nota y de una forma constante. Tiene diversos objetivos a través de la representación, pero siempre pendiente de Nerón. Ten cuidado, le dice, sigue mis consejos, haz esto, haz lo otro. Está pendiente de sus intereses en cierta medida, pero la verdadera clave para ella es que Nerón tenga el poder. Su última frase es «ahora que reina Nerón ya puedo morir tranquila».

-¿Qué momentos destacaría?

-Es difícil de decir porque cada parte, aunque sea pequeña, tiene su importancia y cada personaje brinda su color al conjunto. En la ópera barroca siempre hay partes en el libreto que se indica que se pueden cortar, y aquí imposible, todo es muy importante para llegar al momento final.

-Las óperas barrocas, aparentemente monótonas, enganchan con enorme fuerza.

-Voy a decir algo políticamente incorrecto. Cuando me pidieron que interpretase barroco pensé que nunca iba a aprender una ópera así, que era muy larga y que el público de algunos países no la iba a entender. Pero la música barroca, las óperas, son una gran oportunidad para nosotros de desarrollar nuestra fantasía, nuestra creatividad, nuestros colores y después abordar otras obras que ya tienen eso mismo en la partitura.

-Una gran dificultad.

-Es importante considerar que cuanto más simple es la música más difícil es cantarla porque estamos desnudos en el escenario. No es por comparar, pero, por ejemplo, la «Bohème» tienen tantos apoyos acústicos detrás que puede resultar más sencilla de cantar que una ópera barroca. Pesa mucho la responsabilidad del cantante porque buena parte de la audiencia no conoce esta música y desde el principio hasta el final hay que mantener la atención de la gente.

-Pues en Oviedo está subiendo la afición a la ópera barroca.

-Estoy muy contenta de que ocurra esto en Oviedo, ya me lo habían indicado, porque no todos los teatros tienen la valentía de coger estos títulos. Por ahí está lleno de estanterías llenas de polvo con partituras barrocas olvidadas que habrá que llevarlas a escena alguna vez.

-¿Bonitatibus?

-Es una palabra latina. Nací en el sur de Italia. Soy de las últimas latinas.

-¿Qué siente cuando le dicen que es la mejor cantante del mundo?

-Jamás he escuchado eso.

-Pues ahora lo oye.

-Muchas gracias, muchas gracias.